Informe Hank: La frivolidad
Juan Carlos Domínguez
Era una iluminación especial la que bañaba a la Zona del Río el lunes por la noche. Luces multicolores. La de los juegos mecánicos en la explanada exterior del Palacio Municipal, y la de las patrullas en caravana y con los códigos prendidos. Como de fiesta todos. El pueblo, y los policías (que desde hace rato ya traen su “fiesta” muy peculiar) en torno al festejo del Segundo Informe del Alcalde Jorge Hank Rhon.
Desde el mediodía se cerraron las oficinas de gobierno para los ciudadanos que hacían algún trámite burocrático y hubieron de regresar bajo la lluvia; para preparar el escenario al estilo hankista: Muchas sillas blancas, alfombra gris, y unas imponentes cortinas tricolores a espaldas del podium. Y antes de las seis de la tarde, empezó tan esperado momento. El desfile de personalidades incluyó a políticos, abogados, ex alcaldes y gobernadores, uno que otro empresario, figuras eclesiásticas y, por supuesto, la prolifera familia del Alcalde. Pero algo faltó. Se extrañó la alfombra roja, que tanto glamour le pone a las fiestas del munícipe.
Entre los casi mil asistentes, para variar, prevalecía el color rojo en blusas, camisas y chamarras. La infaltable “marea roja” compuesta de líderes populares y simpatizantes sacados de las colonias –“acarreados”, pues– soportando el “trance” del protocolo y en la espera del jolgorio de rigor.
Las primeras filas fueron ocupadas por María Elvia Amaya de Hank, la primera dama de la ciudad; la madre de Jorge Hank, su hermano Carlos Hank; y todos los hijos de la pareja presidencial.
Para iniciar la ceremonia fueron presentados uno por uno los Regidores. Los de la fracción panista con corbatita azul, los priístas con roja. María Elvia, impecable y atractiva como siempre, portaba también vestido rojo de satín; sólo compitiendo en deslumbramiento con Gregorio Barreto (el líder calafiero), que también vestía una camisa roja muy llamativa.
Y pues, como se acostumbra con “la estrella” de la noche, Jorge Hank Rhon fue presentado al último: “Démosle la bienvenida como se merece…”. Fue un aplauso entusiasta que pronto decayó en el desgano. Más tibio aún cuando fue seguido de la presentación del Gobernador del Estado Eugenio Elorduy Walther. Llegaron juntos, Alcalde y Gobernador. Hank se trepó al estrado, a “cumplir”; y el Gobernador fue a tomar asiento a un lado de la Señora María Elvia y el Arzobispo de la Ciudad, Monseñor Salvador Romo Muñoz: juntitos, como la Santísima Trinidad. Y para completar el cuadro, rodeados de todos los Hank y cercanos, con un dejo “absorto” que les daba aire de “Familia Real”.
Tras las presentaciones, vino lo que se acostumbra en estas ceremonias. La Banda de Guerra y la entonación del Himno Nacional Mexicano. Como de costumbre, Jorge Hank apenas balbuceaba; y a veces ni eso. Casi enfrente de él, pero abajo, Eugenio Elorduy igual cantaba con poco entusiasmo. Con las miradas perdidas ambos. Mirando al frente, hacia sus propios horizontes –o intereses–.
Regidor panista: lo más ameno
El Regidor por la fracción perredista, Carlos Mejía, fue el primero en tomar la palabra a la hora de los posicionamientos. De entrada dejó asentado que por lógica el primer edil hablaría de las cosas que ha hecho bien y no de las malas, lo justificó. Reconoció lo que a su parecer, han sido las mejores dependencias: El DIF Municipal, el IMAC (Instituto Municipal de Arte y Cultura), Servicios Médicos Municipales, y “algunos parques”. Mejía trató muy someramente la importancia de rendir cuentas claras en el uso de los presupuestos públicos; pero en general fue muy conciliador. Habló de no repartir culpas, de trabajar en conjunto. Habló de su convicción por la democracia, la tolerancia y el respeto entre los actores políticos porque “el ser humano es un simple mortal”.
El turno siguió para el Regidor Néstor Alejandro Araiza, del Partido del Trabajo. Inició su intervención exponiendo que se debe “reivindicar la cultura del esfuerzo humano”. Por ello resaltó –al igual que su antecesor en el podium– la mejora en los Servicios Médicos; también le aventó sus flores a María Elvia por su “constancia y dedicación”, al frente del DIF. Por momentos parecía que él daría oficialmente el informe de acciones del XVIII Ayuntamiento, y no Jorge Hank. Consideró que el balance es positivo hablando de resultados en el gobierno hankista, sobre todo en el rubro de Desarrollo Social, y hasta dio detalles y cifras de alumbrado público, pavimentación y reencarpetado: “No todo está mal. Se recoge la basura dos veces por semana…”.
El Regidor antes había empezado su intervención enfocándose al tema de la Seguridad Pública y resaltando los esfuerzos que se han hecho en la administración hankista en la compra de más patrullas y armas para los policías. Quiso ser un poco enérgico y por no dejar dijo dos frases fuertes: “…los tijuanenses estamos agraviados…” y “… se condena a Tijuana a vivir en la zozobra…”. Curiosamente, mientras el político abordaba el escabroso tema de la delincuencia en nuestra ciudad, los asistentes era cuando más hablaban y ponían menos atención. Jorge Hank sonreía de repente e intercambiaba algunas palabras con el Síndico José María Lozano y el Secretario del Ayuntamiento, Andrés Garza Chávez. El caso es que el representante del PT terminó más que planteando su posicionamiento, haciendo peticiones para el Gobierno Municipal. Y para ponerle un poco de “sabor” a su intervención hizo referencia a las malas mañas del PAN y el fraude del que fue víctima Andrés Manuel López Obrador.
El que subió muy cadencioso y pavoneándose; robusto y desenfadado, fue el representante de los regidores panistas, Raúl Castañeda Pomposo –ciertamente subió muy pomposo–, pero rápidamente se ganó la rechifla “del respetable”. El Secretario del Ayuntamiento hubo de pedir respeto para el Regidor. Le entró con todo, con voz engolada y fuerte criticó la frivolidad que ha caracterizado al gobierno de Jorge Hank: “de los actos superfluos que han coronado su gestión”. Dijo que los funcionarios públicos –en clara alusión a la primera figura municipal– piensan que están en un concurso de simpatía. Obviamente las bullas y rechiflas del conglomerado priísta ahí reunido no se hicieron esperar. Y más se intensificaron cuando osó declarar que “en el PAN no importan más los intereses particulares que los de la comunidad”.
Jorge Hank ni se inmutaba. Pero tampoco Eugenio Elorduy. Manteniendo las buenas formas pues. Y Castañeda Pomposo le seguía echando más leña al asador, criticando las frases publicitarias de puras promesas del Alcalde; así como las deficiencias de la actual administración en materia de licitación de obras, transparencias de recursos, y el hecho de que Hank prometió reducir el 30 por ciento de la nómina administrativa, y terminó incrementándola en un 60 por ciento. Abajo, las hijas de Jorge Hank miraban con confusión y tristeza el acto, y dirigían a su padre miradas de consuelo como si de un ser desamparado e incomprendido se tratara.
Campechanamente, el Regidor Castañeda se tomaba sus respiros, daba grandes tragos de agua a su botella con taponcito priísta (de color rojo), afinaba la voz, y arremetía de nuevo. Criticó que en seguridad se hayan gastado 250 millones de pesos, en 200 cámaras que de nada sirvieron, así como demás inutilidades en el plano de la seguridad. En su retahíla de repente hasta se ahogaba, pedía perdón y la gente más se reía y le hacía bulla. Acuñó el término de “democraticidio” para referirse a la cerrazón al diálogo de la actual administración municipal. Las bullas se intensificaban. Aseveró que este gobierno, al “puro estilo hankista”, era capaz hasta de vender el Palacio Municipal si así se le antojara. Remató: “Nosotros, los regidores del PAN, estamos comprometidos, sólo falta su voluntad señor alcalde…”. Y Jorge Hank lo ignoraba. El orador insistía… “Señor Hank…”; y Hank no volteaba. Las bullas para el robusto panista continuaban. Resultó divertido. Le robó cámara al Alcalde.
Para calmar los ánimos, tocó el turno a la regidora priísta Marta Montejano, a quien su postura adusta no impidió que fluyera optimismo. Leyendo su discurso, manifestó que la libertad con que se habían expresado los regidores que la antecedieron, era reflejo de la pluralidad con que se ha conducido el gobierno hankista. Se dijo orgullosa de pertenecer a ese equipo. “La sensibilidad del señor Alcalde ha establecido políticas de asistencia social que son modelos para todo el estado…”; consideró. Y el gobernador Elorduy abajo, muy serio, nomás se miraba las uñas. Acto seguido, la regidora se encargó de enumerar las mejoras que Jorge Hank Rhon ha hecho para la policía: “La Seguridad Pública nos compete a todos…”. “¡A todos!”, reafirmó levantando el dedo y con voz casi masculina. Para rematar, reveló a los asistentes la nueva cara de nuestra frontera: “Hoy Tijuana es una ciudad diferente, su gente… se trabaja arduamente”. Y por si quedaba alguna duda de su entusiasmo hankista: “¡La gente sigue confiando en Usted, Señor Presidente!”.
Un Alcalde agradecido
La inseguridad en Tijuana es un chisme, dice Jorge Hank Rhon, pero bien que inició su informe de Gobierno precisamente con ese tema. Igual que el año pasado se limitó a presentar un video de 25 minutos, solamente acotando que ahí veríamos “lo que se ha hecho y no ha hecho”. Claro que solamente se avocó a decir y recitar cifras de lo que sí se ha hecho. La primera frase no puede ser más autodisculpatoria: “La inseguridad en Tijuana no es privativa de Tijuana; es en todo el mundo”.
Muy bien dirigido el video, hasta eso. Aparecía Jorge Hank a cuadro presentando desde diferentes locaciones la introducción del tema que narraba con voz en “off”, en el que lograron hacer entendible su bajo volumen de voz. Los presentes pudieron ver a un Hank lo mismo en medio de una línea de ensamblaje de maquiladora, que conduciendo un autobús, bajo un puente en construcción, y hasta en un parque y con un perico en el brazo; para abordar sus acciones dependiendo el rubro: Seguridad Pública, Desarrollo Social, Desarrollo Económico y Reordenamiento de Mercados.
En sí, un vídeo-informe que fue una extensión de sus spots publicitarios, donde hizo referencia a los 182 millones de pesos invertidos para equipo policíaco, el Centro de Control y Mando (considerado el más grande del mundo), Dirección de Planeación e Inteligencia Policial, Dirección Anticorrupción; eliminación de cuotas en las escuelas, la inauguración de dos estaciones de bomberos; la inversión de 8 millones de pesos para preservar las especies en el Parque Morelos; otros 8 millones para la rehabilitación del Antiguo Palacio Municipal; más de 2 millones de metros cuadros en rehabilitación de vialidades; establecimiento de nuevas empresas; etc.
Todo sirvió para meter en su informe, a todo le dio relevancia: La marcha de las antorchas que encabezó con los masones, el reordenamiento de los mercados sobre ruedas, y, claro, sus fiestas populacheras. El mensaje explícito de todas sus intervenciones fue en sentido de que en Tijuana todo estaba mal y su gobierno ha hecho muchas cosas.
El vídeo-informe concluyó con una imagen muy fraternal, con un abrazo entre Jorge Hank y Eugenio Elorduy, y agradeciéndole al mandatario estatal “por el apoyo y respaldo a mi gobierno”. Con ello, y su intervención ya en vivo reconociendo a su mujer “como la mejor funcionaria de este gobierno, y todos estarán de acuerdo conmigo”; la ceremonia concluyó muy emotiva; con la sonrisa de sus hijos, los aplausos de los presentes, incluyendo al gobernador y la promesa de “seguir trabajando juntos… si ustedes me lo permiten. Nos falta tiempo... mucho… mucho tiempo…”.
Para enmarcar debidamente la euforia y el ambiente de buena voluntad, Hank bajó, dio más abrazos al Gobernador, mientras los guaruras de uno y otro se miraban feo entre sí –especialmente Jorge Vera, su jefe de escoltas, miraba fijamente a Elorduy– y así se fueron juntos hasta el estacionamiento subterráneo; con un séquito de guardaespaldas y reporteros detrás intentando captar hasta el último momento a los protagonistas de tan significativa noche. Aunque no tan glamorosa como otras. Faltó la alfombra roja.
Mientras haya fiesta y comida…
¡Hank para gobernador…! ¡Hank para gobernador…! Gritaba la muchedumbre afuera de Palacio Municipal. Estaban contentos con el jolgorio y la comida gratuita. Es más, los juegos mecánicos estaban medio abandonados, la pedidera de comida estaba a todo lo que daba. Pizzas, tacos de cabeza, elotes, pasteles, hot dogs, hamburguesas, pozole. Filas y más filas.
Había un programa artístico sobre un estrado, pero pocos ponían atención. Era preferible hacer colas para las hamburguesas; luego disfrutar de éstas mientras se hacía la siguiente fila para los tacos; y así completar el bufete de garnachas. Había hasta quien llevaba apilados varios platos de comida como reserva para llevar a casa y como muestrario de nuestra gastronomía popular. Con tal abundancia, la gente ni sentía el frío. Y de la delincuencia y deficiencias de nuestra ciudad, pues ni se acordaban.
El festín sólo tuvo una pausa para recibir al Presidente Municipal, que agradeció la presencia de los tijuanenses y fue muy reiterativo con la palabra “todos… todos…”; para referirse a su postura tan democrática.
Muy a su estilo, se puso a tono con el populacho. “… la mula no era arisca, los palos la hicieron…”; expresó para referir que “poquito a poquito ustedes se fueron dando cuenta que yo no hago promesas; cumplo, nada más”.
Y que a nadie más; más que a “ustedes” les debían su mujer y él, el estar en Palacio Municipal: “Son ustedes con ese papelito (parece ser que se refería a las boletas de votación) que nos hicieron el favor de ponernos en la Presidencia Municipal; que no es mía, es de ustedes”.
El entusiasmo de la gente continuaba, y “el Hank para gobernador” no cesaba. Y el otro que se engolosinaba con las ovaciones de sus simpatizantes: “Dicen por ahí que prometí muchas cosas y que no las hice. Y no es cierto, yo no prometí nada, yo lo único que ofrecí es que iba a leer el librito que dice qué quiere decir ser Presidente Municipal, que iba hacer eso, y más”.
Más contentos se pusieron los asistentes cuando les dijo que si estaban comiendo “de a gratis” fue porque los vendedores mismos lo propusieron. Y que habría más mercados sobre ruedas en la ciudad, para que todos ganen. ¡”Un mercado sobre ruedas en cada esquina!”, gritó una doña.
Si la gente empezó a retirarse, fue porque empezó a lloviznar, y tras el discurso del Alcalde los camiones de acarreados empezaban a partir. Uno que otro niño continuaba jugando en una especie de establo que fue instalado a un costado de la explanada; en una pequeña área de jardín donde también colocaron sanitarios portátiles. Y con eso de que el Alcalde Hank no distingue mucho entre la especie animal y la humana, da qué pensar el hecho de que junto a los baños y área de juego también hayan colocado pacas de alfalfa, y en lugar de alfombra, pastura y aserrín