COLECCIÓN EDITORIAL INFANTIL
TraVesíA OcéAno
Es posible viajar, explorar, perderse en mundos imaginarios o ser personaje de historias fantásticas, sin tener que salir de casa o, incluso ni de nuestro cuarto. Sólo basta tener un libro en las manos y dejarse llevar por él. El entrenamiento estará garantizado, pero además, el conocimiento, el aprender muchas y nuevas cosas.
Todo esto lo sabe bien la editorial Grupo Océano, por lo que pensando especialmente en los niños y jóvenes, y en los padres de éstos, ha lanzado la colección “Océano Travesía”, para ofrecer este mosaico de conocimiento que los pequeños de hoy en día exigen más, dado a que están más “vivos” y despiertos a todo el cúmulo de información visual, textual y gráfico que por todos los medios les llega vertiginosamente.
El proyecto editorial se divide en tres apartados: Libros de Ficción, de No ficción, y de Apoyo. Y dentro de cada una de estas, diferentes colecciones.
Dentro de la ficción están los libros de “Primeras travesías”, diseñados para los niños en sus primeros años, o incluso meses, en esa etapa de exploración de todo lo que les rodea y de ellos mismos; con libros lleno de colores y texturas, para leerse, tocarse, e incluso morderse. “Álbumes”, con historias divertidas, llenas de imágenes que cuentan muchas cosas y a veces sin palabras. “Palabras para jugar”, orientado en estimular, de forma muy divertida, el aprendizaje y el lenguaje de los noveles lectores, a través de juegos de palabras, retahílas y canciones. Y “El lado oscuro”, cuentos de miedo.
En el apartado de No ficción, se incluyen las colecciones “Libros de actividades”, con los cuales, a través de ejercicios de manualidades, los niños ejercitarán sus habilidades mentales e imaginativas. “Pequeñas guías”, que son libritos con muchas páginas bellamente ilustradas, que de forma sencilla y amena explican los misterios de la ciencia y la naturaleza. “El conocimiento es una aventura”, la historia del hombre y todo lo que ha logrado en su evolución, sus descubrimientos e inventos, narrados como una gran aventura.
Por último en los libros de Apoyo, está la colección “Travesía ágora”, dirigida a los adultos, es decir, a los padres de los niños, así a maestros, bibliotecarios, promotores, educadores, y todo aquel dedicado o interesado en el fomento a la lectura y la cultura en los infantes.
Como se ve, la gama de títulos es muy amplia, acorde a los niños de esta era, con una visión más amplia y una perspectiva más diversa de la que tenían los pequeños en épocas pasadas. Además, como lo explica a ZETA el editor Daniel Goldin, este proyecto conlleva el reto de desescolarizar un poco la lectura en un país como México, en donde los chicos leen más bien todos aquellos libros porque se los prescribieron o obligaron en la escuela, cuando lo ideal es que ellos, por voluntad propia, se atraigan y escojan los libros por gusto y decisión propia.
“No podemos pensar que el libro está en competencia con el internet, ni desde luego con la televisión o con el cine, porque esa es una forma de entender las cosas muy pesimista y muy a la defensiva”, advierte Goldin. “En este momento los niños están todos los días sometidos a una lluvia de mensajes y lo que tenemos que hacer es encontrar un lugar en especifico para el libro y la lectura. Eso tiene que ver con hacer libros inteligentes, libros claros, libros que combinen la imaginación, un lenguaje visual y un lenguaje textual. Y también con hacer libros que de alguna manera no sean redundantes con lo que está pasando en otros medios, sino que motiven un acercamiento diferente a la información, la formación y el recreo”.}
Al margen de la lectura en sí, el libro, para los niños, también tiene que ser un objeto artístico y funcional, donde intervenga el diseño, la imagen, el texto, el contenido, el tipo y distribución de las letras, e incluso la textura del papel. Por ello, contrario a lo que muchos piensan, escribir para niños no es más sencillo que hacerlo para adultos. Incluso, la respuesta puede ser más satisfactoria, según aprecia el editor de Océano, que la que viene de un mayor, pues el niño responderá de forma más clara, directa y cálida al contenido de un libro. Muy alejado a la pedantería y compromisos del mundo editorial adulto.
El libro entonces, no está muerto, aunque muchos pregonen su extinción. Y está en precisamente en las jóvenes generaciones preservarlo. Pero hay que ganárselo, conquistarlos: “Cuando hace diez años todo el mundo pensaba que los niños ya no leían –sentencia Goldin- surgió una novela, ‘Harry Potter’, que empezó en el boca a boca y demostró que los niños de ocho años pueden leer libros de 500 páginas, y que les gustan mucho”.
Reconoce el editor que no se puede pretender que toda las obras infantiles sean un “Harry Potter”, pero sí hacerlo con toda la intención que cada libro sea un espacio amplio al conocimiento, al diálogo, a la reflexión y, por supuesto, a la diversión. En fin, toda una travesía divertida: “Nosotros estamos enfrentando este mundo tan complejo con optimismo”.
* JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ
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