HISTORIA DE UN LETRERO: ALONSO ALVAREZ
FaMa InesPerada
Aún no le llegan la cámara de cine profesional y la computadora portátil que se ganó como premio. Quizás ni tiempo le ha dado para pensar en ello, porque desde que fue dado a conocer como ganador del Premio Especial del Short Film Corner del Festival de Cannes, Alonso Álvarez Barrera ha estado en un viaje vertiginoso. En la cúspide de los elogios, pero igual del descrédito y hasta los insultos.
“Ha sido una montaña rusa de emociones”, resume el joven de 24 años, entrevistado por ZETA durante su presentación en el Festival Corto Creativo que organiza la Universidad de la Californias en Tijuana. “Desde no ser conocido ni en la esquina, hasta la sorpresa de que la gente quiere hablar conmigo y quiere saber lo que está pasando”.
El 29 de mayo se reveló que el cortometraje “Historia de un Letrero” fue ganador en Cannes. De inmediato surgió un “clon”, filmado dos años atrás por el español Francisco Cuenca. Al mexicano entonces se le acusó de plagio, fraude, y toda suerte de insultos. La nota recorrió todo el país.
La historia recreada -no escrita- por el tampiqueño Alonso Álvarez no era otra más que una anécdota utilizada en marketing. Una obra del dominio público y de autor anónimo; no hubo pues “delito qué perseguir”, pero la controversia ya estaba armada. El autor lo resume: “Lamentablemente los involucrados fuimos víctimas de un mal entendido, pero al final del día tienes que aprender de eso, y te digo, quedarte con la bonita experiencia, aprender y no volver a caer en los mismos errores”.
– ¿Cuáles reconocerías como tus errores? , cuestionó ZETA.
“Yo creo que el error que aquí cometí fue no hacer la distinción… es que yo no tuve escuela de cine, yo no estaba familiarizado con los protocolos ni las calidades de esto, entonces cuando yo escribí los títulos del corto me puse como escritor, porque sí escribí un guión para adaptar a la pantalla, pero la idea original no es mía. Eso fue inocencia, tontería, como le quieras llamar. Yo desde hace un año siempre dije que la idea original no era mía. Quizás debí haber puesto adaptación”.
“Historia de un Letrero” ya había sido enviado a distintos festivales y siempre fue rechazado. Alonso nunca se enteró por qué, así funcionan estos certámenes: “Tú lo mandas en un salto de fe, cruzas los dedos y dices ‘ojalá guste’. Yo nunca he sido muy enojón, si no me aceptan, ni hablar, yo respeto la decisión de los jueces, y la verdad ni sabes por qué no queda; eso quizás es lo más difícil, porque para hacer otro corto deberíamos saber qué le faltó, para perfeccionarlo, porque hacer cortos es aprender”.
No obstante a los rechazos y la incertidumbre, llegó hasta otro festival, y por la puerta grande, ya simplemente por participar, y que lo gana, entre casi dos mil competidores: “Estaba interesado en mandar el corto a donde pudiera, ya sea al festival más escondido o al más grande. La verdad, uno sueña cuando empieza y quiere mandarlo, ganar un Oscar y quieres ir a Cannes. Me metí a internet y me topé con este festival, y dije, ‘bueno, yo le voy a decir a todos mis amigos que lo mandé a Cannes, aunque no me acepten’. Esa era mi motivación, lo hice y ¡bueno!, ahorita estamos hablando tú y yo”.
La fama inesperada -quizás efímera, eso sólo el tiempo lo sabe- le ha traído todo un aprendizaje a Alonso, quien sobre todo pondera su libertad de expresarse. Los halagos y elogios que en un momento dado tuvo, por aquello de que no era aceptado en las escuelas de cine ni tenía dinero para ir a recoger su premio, no tuvieron tiempo de marearlo. Luego llegaron las ráfagas de ataque, que finalmente lo fortalecieron, asegura. Y es que aparte de los críticos y público en general, hasta la parte oficial arremetió con él. Por ejemplo el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) mandó una carta al festival internacional deslindándose del autor: “Alonso Álvarez Barrera no es un realizador reconocido en el ámbito cinematográfico de México”.
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Pero el que arremetió con él, y en cadena nacional, en entrevista muy ríspida, fue Carlos Loret de Mola, quien al día siguiente tuvo que pedir disculpas y hasta estuvo dos días fuera de cuadro. El joven realizador, muy propio él, exonera al conductor de Televisa: “Mira, al señor Loret de Mola primero que nada le agradezco mucho porque él fue el primero que me apoyó -en el primer programa-. Estuve muy contento, él es un profesionista, es una persona muy inteligente y yo lo admiro mucho. Él y yo fuimos víctimas de un mal entendido y no le tengo ningún rencor en absoluto. Las circunstancias fueron muy raras y nos quedamos con lo bueno, ojalá algún día pueda platicar con él, ser amigos, convivir con él”.
– ¿Y cuál es el saldo de todo esto para ti?
“Fuera de la polémica y todo lo que se armó, al final del día lo más importante es el cortometraje; el corto es una escena muy profunda que vale la pena ser vista, vale la pena ser contada, así como han salido muchas personas que lo han llevado a la pantalla. Y la polémica sí ayuda ¿no?, porque hay atención. Pero al final el trabajo es lo que cuenta y me gusta creer que los resultados son más por el corto que por la polémica, por lo humano de la historia, por la honestidad de haberla llevado a la pantalla”.
Lo que fue y lo que será
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Alonso Álvarez Barreda, tampiqueño de 24 años, apenas si duró dos años estudiando la carrera de Comercio Exterior y Aduanas. Contra sus padres y las escuelas del séptimo arte que no lo aceptaron, se clavó en el cine.
“El Algodonero” fue su primer cortometraje, de cuya calidad no quiere acordarse. Luego hizo lo que se convertiría en la manzana de la discordia, pero también su arribo al reflector público: “Historia de un Letrero”, que con el patrocinio de amigos y familia, logró concluir con un costo de alrededor de 25 mil pesos, y es protagonizado por personas comunes y corrientes. Esta semana iniciará el rodaje de su tercer cortometraje, “El Descubrimiento”, una historia de ambiente rural “que sí escribí yo”, hace la pertinente aclaración. En este filme ya llevará actores profesionales: Julio Cedillo (“Los Tres Entierros de Melquiades Estrada) y el niño Alejandro Felipe Torres (“Voces Inocentes”).
Barrera hace estancias largas en Los Ángeles, California, asesorado y apoyado por el realizador Alejandro Monteverde y el actor Eduardo Verástegui “que son mis padrinos, son mis papás en el cine”.
“¡Yo soy Juan Camaney!”, es la frase que acuña el incipiente cineasta para demostrar que no hay imposibles cuando se descubre una vocación, y así lo compartió con jóvenes de su edad, estudiantes de la Universidad de las Californias (UDC), a quienes invitó a realizar cine si tienen ganas, contra viento y marea: “Soy un terco, si me cierran un puerta pues toco por la ventana”. Ahora tiene el sueño de realizar su primer largometraje, que estaría dedicado a su mejor amigo, quien quedó con daño cerebral y una familia destrozada, tras un accidente.
Y dio su perspectiva del oficio, aunque suene cursi: “Mi sueño de hacer cine es por ayudar, siento que el cine es una herramienta muy fuerte, que mucha gente pone atención a eso y que utilizado correctamente puede concientizar a las personas”.
*JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ
5 comentarios:
NI UNA PALABRA DE LEOBARDO DESPLEGADO Q+E
RARO
AL PAYASO RUIN DE PARTE DE BARTOLOME RUBIO
YA VAN TRES COLUMNAS CON ESTA, ESPERO QUE PRONTO NOS PONGAMOS DE ACUERDO PARA VERNOS EN ALGUN LUGAR, PODRIA SER EL CONCLAVE, PARA TOMARNOS UNAS FRIAS,
ESTOY EN EL CELULAR 044664 1150810
ahora si consiguete dos permisos para portar armas.... neta..
y eso por qué?
ya lo releei....lo estaba leyendo lo de los doctores cuando llego el correo...por el encabezado..de no atender a los criminales..."nomas eso nos faltaba....suena como en primera persona... releyendolo es una cronica pero de primer golpe suena en primera voz.... especialmente pensando en la intelectualidad de un narco naco....
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