Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez
Qué personaje “polito”, como familiarmente le llamamos los bajacalifornianos a Sergio Aponte Polito, General de la Segunda Región Militar. Desde sus primeras declaraciones a los medios (sobre todo a raíz de los operativos especiales implementados por Felipe Calderón) ya se notaba que está hecho de otro “calibre”. Sin llegar a la elocuencia ni al protagonismo, llamaba la atención que daba la información sin evasivas y sin la actitud hermética que tanto caracteriza a los militares. De entrada, se veía como un señor, así, de carne y hueso, y no con esa como aura impenetrable de la que se envuelven los castrenses.
Buena zarandeada la que “polito” les puso a las diferentes corporaciones policíacas, incluyendo a las federales, cuando dio a conocer la lista de elementos inmiscuidos en el crimen organizado. Buena señal esa no solamente de su compromiso y honestidad, sino del apoyo que debe tener de sus superiores, el Secretario de la Defensa Nacional y el Presidente de la República. Qué bien que ahora que no hay diferencia de color partidista en los tres órdenes de gobierno, eso no fuera impedimento para que soltara lo que tenía que soltar; aunque lo quieran linchar, aunque por supuesto la investidura de su cargo los detiene. Al gobernador y funcionarios estatales, no les queda más que desmentirlo o tacharlo de irresponsable, y con ello sembrar la duda en lo poco que nos queda por creer.
Un soldado quería llorar…, pero no cualquiera, era el General Sergio Aponte Polito, que rodeado de policías municipales, estatales y funcionarios de primer nivel, se le anudó la garganta y llegó casi al sollozo, al denunciar la corrupción y la injusticia en México. Con ello, de plano, terminó de romper el esquema. Un militar conmovido, ¡vaya!, con sentimientos. Fue entonces cuando su discurso, que podría ser uno más -demagógico, protocolario y falsario- tomó otra dimensión. Y con ello se echó a la bolsa a la comunidad, en tiempos que hasta de los militares se empieza a dudar. Ya sabemos que los comandos criminales seguirán operando sin tregua, pero por lo pronto Aponte Polito ha aportado un algo anhelado: Un poco de credibilidad.
La paranoia a todo lo que da, es la que dejó ver Jesús Alberto Capella, Director de Seguridad Pública de Tijuana. Está bien que no se le ha bajado el susto desde que lo atrincheraron a balazos siendo aún consejero ciudadano de seguridad, pero eso de que sus escoltas persiguieran y dispararan contra una familia de civiles nomás porque los vio “raros”, denota una gran irresponsabilidad y… cómo decirlo, falta de inteligencia. Y esos son los que nos cuidan. Y nos quejábamos de los desmanes de los escoltas del ex alcalde Jorge Hank. Cómo ha cambiado Capella, defendiendo lo que antes incriminaba. Aunque claro, en uno y otro frente, la insipiencia de sus resultados no varía.
Qué comprensivo Jorge Ramos la verdad. El Alcalde no dejó “abajo” a su funcionario, lo defendió, y justificó que todo un Secretario de Seguridad y sus guaruras la agarraran a escopetazos contra un matrimonio y su hijo de dos años, por andar en camioneta “placoza”, con vidrios polarizados y sin láminas. De pasadita con ello justificó su recién medida gobierno de infraccionar a todo automovilista que cometa esa falta. El hecho era como para empezar a temer en las multas, pero no a la posibilidad de ser acribillados por la autoridad.
El narcoterrorismo vive su fase inaugural. En las noches –y días- tijuanenses todos los gatos son pardos. Con la acción de Capella y sus secuaces, también le entraron al tiroteo, asustados, policías de la Estatal Preventiva. La prueba de la paranoia colectiva que nos envuelve. Todos podemos ser criminales, todos podemos ser víctimas. Narcos se matan entre ellos, policías de una corporación matan a los de otra, o a sus mismos compañeros. Los ciudadanos “malosos” y los decentes, apenas se distinguen entre sí. El narco nos tiene sitiados, y como apuntaba el periodista Sergio Sarmiento hace dos semanas: “…nadie en Tijuana puede estar seguro de que una batalla como la del bulevar Insurgentes no lo alcanzará”.
Buena zarandeada la que “polito” les puso a las diferentes corporaciones policíacas, incluyendo a las federales, cuando dio a conocer la lista de elementos inmiscuidos en el crimen organizado. Buena señal esa no solamente de su compromiso y honestidad, sino del apoyo que debe tener de sus superiores, el Secretario de la Defensa Nacional y el Presidente de la República. Qué bien que ahora que no hay diferencia de color partidista en los tres órdenes de gobierno, eso no fuera impedimento para que soltara lo que tenía que soltar; aunque lo quieran linchar, aunque por supuesto la investidura de su cargo los detiene. Al gobernador y funcionarios estatales, no les queda más que desmentirlo o tacharlo de irresponsable, y con ello sembrar la duda en lo poco que nos queda por creer.
Un soldado quería llorar…, pero no cualquiera, era el General Sergio Aponte Polito, que rodeado de policías municipales, estatales y funcionarios de primer nivel, se le anudó la garganta y llegó casi al sollozo, al denunciar la corrupción y la injusticia en México. Con ello, de plano, terminó de romper el esquema. Un militar conmovido, ¡vaya!, con sentimientos. Fue entonces cuando su discurso, que podría ser uno más -demagógico, protocolario y falsario- tomó otra dimensión. Y con ello se echó a la bolsa a la comunidad, en tiempos que hasta de los militares se empieza a dudar. Ya sabemos que los comandos criminales seguirán operando sin tregua, pero por lo pronto Aponte Polito ha aportado un algo anhelado: Un poco de credibilidad.
La paranoia a todo lo que da, es la que dejó ver Jesús Alberto Capella, Director de Seguridad Pública de Tijuana. Está bien que no se le ha bajado el susto desde que lo atrincheraron a balazos siendo aún consejero ciudadano de seguridad, pero eso de que sus escoltas persiguieran y dispararan contra una familia de civiles nomás porque los vio “raros”, denota una gran irresponsabilidad y… cómo decirlo, falta de inteligencia. Y esos son los que nos cuidan. Y nos quejábamos de los desmanes de los escoltas del ex alcalde Jorge Hank. Cómo ha cambiado Capella, defendiendo lo que antes incriminaba. Aunque claro, en uno y otro frente, la insipiencia de sus resultados no varía.
Qué comprensivo Jorge Ramos la verdad. El Alcalde no dejó “abajo” a su funcionario, lo defendió, y justificó que todo un Secretario de Seguridad y sus guaruras la agarraran a escopetazos contra un matrimonio y su hijo de dos años, por andar en camioneta “placoza”, con vidrios polarizados y sin láminas. De pasadita con ello justificó su recién medida gobierno de infraccionar a todo automovilista que cometa esa falta. El hecho era como para empezar a temer en las multas, pero no a la posibilidad de ser acribillados por la autoridad.
El narcoterrorismo vive su fase inaugural. En las noches –y días- tijuanenses todos los gatos son pardos. Con la acción de Capella y sus secuaces, también le entraron al tiroteo, asustados, policías de la Estatal Preventiva. La prueba de la paranoia colectiva que nos envuelve. Todos podemos ser criminales, todos podemos ser víctimas. Narcos se matan entre ellos, policías de una corporación matan a los de otra, o a sus mismos compañeros. Los ciudadanos “malosos” y los decentes, apenas se distinguen entre sí. El narco nos tiene sitiados, y como apuntaba el periodista Sergio Sarmiento hace dos semanas: “…nadie en Tijuana puede estar seguro de que una batalla como la del bulevar Insurgentes no lo alcanzará”.
2 comentarios:
Que sabes de las vacas pintadas que estan poniendo en la Revu y Zona Rio? Apenas las vi ayer, la mayoria aun estaban envueltas en plastico y carton pero al parecer ya en sus sitios.
Son las que han viajado por muchas ciudades del mundo?
Que opinas?
Saludos.
De las vacas, pues sí, sé varias cosas. Sí son las que han andado en varias partes del país, yo las conocí en el DF, en Santa Fe (zona nice). Creo que escribiré algo al respecto porque hay algunas cosillas que comentar de ellas.
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