15.12.06

Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez


Cómo me enternece el Teletón. El muestrario de la gran solidaridad mexicana, protagonizada, precisamente, por el gran desfile de “gente bien” de la sociedad, y celebridades, que desfilan a cuadro revelándose en sus nobles sentimientos. Encabezados por Emilio Azcárraga Jean (y Ricardo Salinas Pliego como contraparte en TV Azteca) juniors y ciudadanos de las altas esferas aparecen abrazando a niños humildes y enfermos y desplegándoles toda su ternura, cuando seguramente en su vida diaria ni los voltean a ver (suelen desplazarse por la caótica capital en helicópteros). Para ellos sólo es cuestión de suavizar la voz, asumir un tonito almibarado, y la sensibilidad a flor de piel hace el resto.


“Para que les duela menos”, podría ser un buen slogan de campaña para cualquier candidato (mejor que un “para que estés bien y de buenas”), con eso de que somos un pueblo con el que es suficiente suavizarle el lenguaje para aminorar el sufrimiento. Me llama la atención cómo en los últimos años a los discapacitados ya se les llama gente o niños con “capacidades especiales”; los ancianos ahora son “adultos mayores”; y así nos vamos. Aclaro (antes de que me lluevan los ataques) mi postura no es peyorativa, hago alusión al uso adecuado del lenguaje. Pero pareciera que la sutileza es el remedio para todos nuestros males. También aclaro que aplaudo la causa justa del Teletón, sólo reflexiono un poco en torno al despliegue emotivo en el que nos sumergen. Nuestra tradición telenovelera siempre se impone.


Los capitalinos gritan enardecidos en una cantina mientras ven un partido de fútbol Cruz Azul-Chivas, así como otros encuentros de la liguilla. Mientras, un Presidente lamentable rinde su último informe, y otro, surgido en medio de la pestilencia electoral, asume el poder. Pero eso poco importa frente a los encuentros futboleros. Todo el mundo habla de fútbol en la Ciudad de México (y en todo el país, pero los chilangos están más enajenados). Y los abatimientos de nuestra nación se olvidan pronto. Se ve en el Zócalo y en El Ángel de la Independencia a la gente protestando con antorchas que se apagan muy pronto.


La APPO, Flavio Sosa y Ulises Ruiz acaparan la atención de toda la nación. Finalmente es el fluir de la información mediática, la que nos sirven y digerimos. Y todos se suman a la causa hablando y reproduciendo consignas en sus ropas, en sus bardas o hasta en los “nicks” de los chats. Ciudadanos consternados, pero desde la distancia, guarecidos en su rinconcito, en su “mundito” irrenunciable. Como aquellos que se visten de rebeldes, participan en una marcha indignados y llegan a su casa a comer sopita campbell caliente. En el centro de Oaxaca hay pueblos olvidados desde siempre, lugareños que no hablan español, incomunicados, que aún hoy en día ni en sueños tendrán agua y electricidad, cuando apenas los divide una brecha donde sí llegó la civilización. “Nunca, ningún candidato de ningún partido ha llegado aquí. Nunca llega la ayuda de nada…”, me decía entristecido un habitante de la costa oaxaqueña. De todos esos lugares y sus problemas nadie habla. No lo vemos en los medios, luego entonces no existen.


Felipe Calderón entró con todo. Contundente. Una de sus primeras grandes decisiones: la aniquilación del “águila mocha”, orgullo de Vicente Fox. Habremos de ver qué trascendencia tendrá para nuestro futuro ver el sello completo en las imágenes oficiales. Por lo pronto Calderón ya nos presumió que se aprendió muy bien la historia de nuestro Escudo Nacional.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me agradan los comentarios.
Saludos de un Ensenadense perdido en los mares de personas del D.F...

Y sí... Estamos re-enajenados con el fútbol en el centro del país... Es de las pocas cosas que nos dan una alegría, y no muy seguido para los que somos de Pumas aunque ganen.

Vladi