17.12.07

Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez
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El corazón del Teletón eres tú… tú… tú… Bonita y pegajosa la canción, y muy bien producidos los spots que machaconamente llamaron a la benevolencia de los mexicanos, y del que finalmente salieron beneficiados muchos, muchos más que sólo los niños discapacitados.

¡Ah pero que poca vergüenza! tiene Lucero, la cantante del histérico “¿y?... ¿y?... ¿y?...”; pero bien dicen que “no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre”. Fingida, hipócrita y entrada en kilos, Lucero con los ojos llorosos y a punto de la desesperanza total, clamaba, en las últimas horas del Teletón, para que llegaran los donativos y así alcanzar la meta.

Hundida en su carrera, la actriz se postraba ahora a pedir dinero para los niños discapacitados con el mismo carácter con el que hace unos años ordenó a su guarura tirarles cuetazos a los reporteros. Es un gran misterio por qué los organizadores siguen apostando precisamente por la “estrella” que simboliza la simulación y falsedad en que se envuelve el “show business”.

Por si no fuera suficiente la credibilidad que les ha quitado Lucero, ahí estaba también Pedro Ferriz de Con, con gritos desgarradores pidiendo la misericordia de todo el pueblo mexicano, exigiéndoles, regañándoles por insensibles. Faltaban como dos horas para concluir el evento y sólo se llevaban recabados 380 millones de pesos.

Es mucho o poco dinero, no lo sé, pero 380 millones de pesos (la meta era de 420 millones), son pocos para los inmensos ingresos que perciben los grandes corporativos y trasnacionales que participan en la noble causa. Aportación que más bien viene de los consumidores de sus productos, saludan con sombrero ajeno pues, dicho de otra forma.

Cuánto teatro enternecedor, de los millonarios y judíos del país desfilando acongojados cuando la realidad es que en su vida diaria ni voltean a ver al jodido que tienen al lado. Desfilan los grandes hombres de empresas, cargando cheques gigantes impresos, con sus discursos prefabricados y tonitos de voz exquisita y refinada, a veces en exceso “refinados”.

Y sí nos gana la tristeza y volvemos a creer, cuando pasan un testimonial, filmado en formato cinematográfico y muy bien editado, de una familia súper pobre de un pueblo de Guanajuato, con cuatro hijos discapacitados (no especifican la enfermedad, pero se arrastran, tienen los ojos desorbitados y no pueden hablar), tirados en la cama o en el suelo, con cientos de moscas sobre el rostro y casi metiéndoseles en la boca. El jefe de la familia narra -voz en off- sus infortunios, dice que viven muy tristes, que bañan a los niños cada tercer día, que uno de los chicos es muy inquieto “lo tenemos que amarrar porque no tiene sosiego”. Le dieron seguimiento al caso dos años y medio, tras los avances expresa el padre de familia: “yo ya veo muy vivitos a mis niños”.

Pero la tristeza ya no es tan natural sí la provoca el dramatismo de Marco Antonio Regil. El conductor hace cuentas y llega a la conclusión de que la familia en cuestión tiene un ingreso de 1,200 pesos al mes. Se suelta llore y llore, no sé cuánto será el sueldo de él, pero parece ser que en la medida de la diferencia de sus ingresos es su dolor, su remordimiento. Y les avienta la culpa a todos los oyentes.

“No es una farsa esto”, “no es rollo, no estaríamos aquí poniendo nuestra cara”, pareciera que se curan en salud Lucero y demás. Se ha dicho que los más beneficiados con el Teletón han sido Banamex y Televisa. Y los grandes empresarios que se exhiben en horario estelar a muy bajo precio. Los que sepan algo de mercadotecnia lo entenderán.

Y la emoción dura hasta el final. Aparece un Notario Público con aspecto de mayordomo de película de terror mexicana y da la cifra recaudada. Antes hay que escuchar la voz del muchacho eternamente ñoño Ernesto Laguardia, o Alejandra Guzmán brincando exactamente igual que cuando empezó hace 20 años. Todos los participantes salen muy desgastados después de casi 30 horas apelando al sentimiento.
Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez

Ya ni pa’dónde correr. Porque la hostilidad y el peligro ya le llegó a Tecate, el único municipio que mantiene –o mantenía- un aire de pueblo, con cierta pasividad y provincianismo, porque ya ni Ensenada y menos Rosarito. En la pequeña ciudad, que apenas llega a 100 mil habitantes, ya empieza a hacer estragos el crimen organizado.

Los tijuanenses somos unos apestados, así lo dejaron ver en su momento los tecatenses, cuando a principios de este año el Gobierno Federal y Estatal presumieron con bombo y platillos el desarrollo del Valle de las Palmas, un complejo poblacional o ciudad satélite que albergará a un millón de habitantes, mientras que para ellos la noticia fue más que lamentable. El entonces alcalde de Tecate, Joaquín Sandoval Millán dijo que con esa nueva zona (ubicada a sólo 30 kilómetros de ese municipio” iban a ser invadidos “por la mancha anárquica de Tijuana”. Y con justa razón, vaticinó que mucha gente del Florido, Mariano, El Refugio y todas esas feas colonias ya no iban a ir al cine o de compras a Tijuana, sino a Tecate; además de incrementarse el cruce fronterizo por esa garita. Le faltaba mencionar lo peor: El incremento de la delincuencia y el crimen organizado.

Adiós tranquilidad para los tecatenses. Ellos que tanto defendían, y con justa razón, su tranquilidad y aires pueblerinos, ahora se enfrentan a la crudeza de la realidad regional que sentían un tanto ajena. El lunes descubren uno de los narcotúneles más grandes y sofisticados que se hayan localizado en los últimos años, y al día siguiente asesinan al comandante de la policía Juan José Soriano, quien mientras gozaba del sueño y la compañía de su mujer, fue destrozado del rostro y el abdomen a punta de 45 balazos disparados por un comando negro compuesto de dos camionetas. Al mero estilo tijuanero pues.

Ni Ley Seca se aplicaba en Tecate. Por ejemplo, en las pasadas elecciones, fue el único lugar donde se estuvo expendiendo licor todo el día. Su placita principal, lucía como cualquier fin de semana. Un cuadro típico provinciano, donde las familias y las parejas van y vienen por el parque –hay mucha gente “del sur”- y los visitantes beben tarros de cerveza placidamente observando todo el colorido. La pasividad se extiende al Bar Diana, lugar predilecto de los intelectuales y artistas de ese terruño; o la fiesta en el Jardín Cerveza en donde por varios años se celebró un buen festival cultural. Por eso muchos tecatenses no vieron con muy buenos ojos cuando el triunfo del panista Donaldo Eduardo Peñaloza, ahora Alcalde, porque su afán es “desarrollar” Tecate y convertirla en una ciudad pujante (muchos sí lo anhelan), urbanizada, en fin, convertirla en otra ciudad caótica y crecida para beneficio, como siempre ocurre, para unos cuantos “inversionistas”.

Pueblo chico infierno grande, literalmente eso es ahora Tecate. Aunque se dice que en Tecate hay muchos narcos y todo el mundo sabe quienes son, por lo menos el clima de violencia no estaba desatado en las calles y los comandos negros se veían como algo lejano. El horror les llegó: “En 28 años en tengo viviendo aquí nunca había pasado algo así”, comentaba un ciudadano en una muy buena nota que realizó la reportera Cintia Gómez de Notivisa. Los ciudadanos entrevistados se veían nerviosos, incrédulos, confusos. No están tan acostumbrados a declarar frente a las cámaras porque tampoco estaban habituados a ser noticia. Ya no hay resquicios pues para la mala fama en Baja California. Tecate se estrena fuerte como proveedor de notas negras.

7.12.07

Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez

México tiene rumbo, se vanagloria el Presidente Felipe Calderón, pero la gran pregunta es, ¿rumbo, hacia dónde tiene el país? Porque tomar una ruta, o dicho más coloquialmente, “pa’agarrar monte” cualquiera, y si se trata de convencer que vamos por el camino correcto yo creo que hace falta más que declaraciones o acciones de relumbrón. Yo no sé qué destino puede tener un país donde las tres principales Instituciones de la Nación ya están vilipendiadas, carcomidas, vulgarizadas.

México tan devoto, un pueblo tan respetuoso de sus figuras patrióticas y creencias divinas, ya se colmó. Ya no hay respeto por los tres grandes colosos: el Presidente de la Republica, la Iglesia Católica y el Ejército.

Vicente Fox le partió toda su humanidad a la figura Presidencial. Cierto, hemos tenido una larga historia de Jefes del Ejecutivo depredadores, obscenos y cínicos —José López Portillo, Carlos Salinas, Luis Echeverría, Gustavo Díaz Ordaz, Miguel Alemán; por mencionar poquitos—, pero el esposo de Martita Sahagún se encargó de darle el tiro de gracia al recato y prudencia con que todavía se sostenía la relación entre sociedad y gobierno; entre el Presidente y los Medios de Comunicación. Llegamos al nuevo milenio nada menos que de la mano de “Vicente con botas”, asistimos al “cambio dimensional —como lo llaman los esotéricos— y arribamos a Foxilandia. Nos reímos mucho, gozamos del libertinaje, y la prueba es que México está más desviado que nunca.

Calderón hace ahora esfuerzos infrahumanos para retomar el rumbo de la respetabilidad hacia la figura del Presidente de la República. Nada más que antes tiene que legitimarse a sí mismo, y en eso, tal parece, mínimo se le va ir medio sexenio. Ahora bien, su actitud y estampa no le ayuda mucho. Una cosa es el respeto y otra la indiferencia, y el Presidente de la República más bien inspira eso, la abulia para relacionarse con él por parte de los medios y la sociedad en general. No hay color en su figura, no hay carisma, es impopular. Por algo Vicente Fox sigue siendo ahora más noticia que el propio Calderón.

Ellos solitos le prendieron fuego a su hoguera. La Iglesia Católica cada vez cava más su tumba y se ha ganado con creces lo que nunca imaginaron: la falta de respeto y, lo peor, el repudio de las masas. Lo que ocurrió la semana pasada en la Catedral de la Ciudad de México, en donde simpatizantes perredistas dieron portazo y gritaron cosas feas — ¡pederastas, violadores, homosexuales! — es apenas la manifestación exacerbada de lo que ya los sacerdotes no podrán borrar del imaginario colectivo. Ya no se lo limpian. Y en su afán por defenderse u ocultar complicidades, más se hunden. Decía el vocero de la Arquidiócesis capitalina que el Gobierno tiene que garantizar por la seguridad de la Catedral, pero “con papelito firmado” porque luego no cumplen. Diciendo eso, precisamente los hombres que tanto abogan por la “Fe” —la fe es ciega—; o sea, otra vez la incongruencia. Para arribar a Catedral ahora hay que pasar por la auscultación de policías. Esto se irá extendiendo por todo el país. Apenas empieza y, los errores cometidos por la Iglesia en tantos siglos —de los que siempre se están exonerando los padrecitos— la sociedad se los irá cobrando, aunque las afrentas políticas sean el pretexto.

Y los soldados, ¿adónde apuntarán sus fusiles ahora? El Ejército Nacional, la Institución más inmaculada en México —por ser país pacifista y porque nada más los ocupábamos para las catástrofes naturales—, fueron aventados al ruedo por Felipe Calderón en su afán de legitimarse. Al andar poniéndolos a atrapar a narquillos y al exponerlos frente al lente público, el Presidente no solamente vulneralizó a los militares sino que los “ventaneó” en sus procederes no tan correctos (retenes donde se ha baleado a familias, pueblos donde han violado a ancianas, complicidades). El Ejército, el Presidente y la Iglesia Católica son tres Instituciones endebles que quién sabe cómo definirán su futuro inmediato.

3.12.07


ENANITOS VERDES
De VueltA en CasA
* JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ


Es más que obvio, les encanta Tijuana y la visitan por enésima vez. Lo curioso es que, al parecer, no han saturado la plaza ni han enfadado a sus seguidores. “No sé por qué, extraña razón; hay ciertas partes del planeta en las que uno se siente tan a gusto…”, así lo resume Marciano Cantero, vocalista de Enanitos Verdes.

Pero qué les puede enfadar ya. El grupo argentino lleva 28 años de carrera, 15 discos grabados y gira tras gira por toda Latinoamérica. Así es su vida, así la aceptan: “Imagínate, esta vida que llevamos también es bastante adictiva”, expresa el “enano mayor” a ZETA.

“Hoy pensaba precisamente en el poco tiempo que estoy en mi propia casa. Ya los hoteles son como el lugar en el que estamos más tiempo, lo cual en un punto es una desgracia, pero por otro lado, también te suceden cosas tan agradables todo el tiempo, en donde ves que viene alguien y te saluda, te dice que tal canción le encantó. Yo creo que justifica absolutamente tu existencia todo ese tipo de cosas”, reflexiona.

Y agrega: “Es como una de cal por una de arena, esta vida de eternos viajeros; y por otro lado, lo que la vida me ha dado -habla Cantero a título personal-, los amigos que he hecho en cantidad de lugares, o saber la cantidad de amigos que tengo en Tijuana, o estar aquí en el D.F. y saber que hay un bar acá a cuatro cuadras que me encanta cómo hacen el café. Pues ese tipo de cosas son geniales también. Somos ciudadanos del mundo, yo estoy muy feliz de la vida que me ha tocado, la verdad”.

Por supuesto que también de pronto aparece la fatiga: “Por ejemplo, en esta época, cuando ya se te cae todo el año encima y sientes el peso de este año, que estuvo muy bien y hubo mucho trabajo, obviamente sí te sientes cansado. Pero creo que el cansancio que yo pueda sentir no es muy diferente del cansancio que pueda sentir cualquier persona que trabaja todo el año, qué sé yo, no es que yo haga algo especial. Este trabajo tiene la desventaja de que para ir a tocar a cualquier ciudad tienes que viajar, o sea que para cada show siempre hay implícito un viaje de ida y vuelta. Esa parte es como la más difícil. A la hora de subirse a tocar a un escenario es una maravilla, pero para llegar…”.

Enanitos Verdes, que saltó a la fama en todo el continente con la canción “La Muralla Verde”, es de las pocas agrupaciones que sobrevive al boom del “Rock en tu Idioma”. De repente hasta pareciera una prueba de resistencia, no solamente frente al público y la escena, sino al interior de la misma agrupación. Aunque ellos afirman que lo han llevado sin mayor complicación.

“Nosotros simplemente nos llevamos bien sin hacer demasiado esfuerzo, y la resultante es que para nosotros sigue siendo divertido tocar juntos. Como te dije al principio, es casi adictivo el hecho de subirse al escenario y que haya gente que quiera escuchar lo que haces, y que gusta de lo que haces”.

La unidad, pues, es vital cuando también hay que sortear inconvenientes, que igual no han sido tantos: “En algunas épocas nos fue mejor, en otras peor, algunos discos venden más que otros, pero a la larga a lo que nos remite todo, es que vos puedas seguir tocando en vivo; tocar en vivo es un fenómeno irrepetible”.

La pasión por la música en sí, ante cada concierto, se advierte como el hilo que los sostiene: “Es como mágico, es como un partido de fútbol; las jugadas geniales suceden en ese momento o no suceden; después si quieres, lo puedes ver diferido, pero te digo, es algo irrepetible. Es muy lindo poder tocar dos o tres veces por semana, hacer una gira, es muy lindo poder hacer tus propias canciones, tu música y que la gente las cante, y encima de todo eso que te paguen por hacerlo. La verdad me siento bendecido; honestamente”.

– Y mientras muchos grupos ahora se reencuentran, ustedes simplemente no se han separado. ¿Quiere decir que han funcionado muy bien?

“Ajá, mira, yo ahora estoy pensando que nos deberíamos haber separado y nos tendríamos que haber vuelto a reunir -ríe-, hubiéramos hecho un buen negocio por ahí. Pero no, es más allá de eso. Ayer veía una película en donde el director de un filme hacía un casting, y un compañero le decía ‘por qué dejaste ir a esa chica’, y le responde ‘estaba muy bien pero no tenía eso, aquello que estaba buscando’. Entonces las bandas que tienen eso, obviamente cada vez que se juntan a cantar es bueno. Nosotros sentimos que tenemos eso y nunca tuvimos una razón tan fuerte como para que nos peleáramos o nos separáramos”.

Los Enanitos Verdes han resultado muy prolíferos en la producción de discos, han sacado uno tras otro -más de quince-, tantos que hasta a veces resulta difícil diferenciar unos de otros, por lo que tienen decenas de canciones para ofrecer al público. Aun así, los éxitos que les solicitan siempre son los mismos. Aunque ellos aseguran que nunca una tocada es igual, constantemente están “mutando” los temas. Así lo harán cuando el 1 de diciembre se presenten en El Foro de Tijuana, donde al repertorio de siempre se agregarán las canciones de “Pescado Original”, su última producción, de la que, para concluir, platican un poco.

“Son un puñado de canciones que representan de alguna manera lo que sentíamos al momento de hacerlas, o lo que pasaba por nuestra cabeza. Con la misma tesitura que hemos tenido al hacer discos; la honestidad, la sinceridad. Tratar de decir lo que uno siente directamente y sin vueltas, buscando las palabras adecuadas para ello. Creo que hay una variedad de temáticas en el disco, así como una cuota de sinceridad y honestidad muy grande”.