25.11.06

Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez

Viven una psicosis los policías de Tijuana, aceptó el director de esa corporación. Luego entonces qué papel jugamos la gente inocente. Sí, los uniformados están temblando, qué papel jugamos y qué haremos los ciudadanos, cómo nos miran, o estamos para tranquilizarlos y cuidarlos (revirtiendo el papel), o de plano ya nos ven enterrados.

Las artimañas priístas -o más bien hankistas- están a todo lo que da. El viernes pasado, durante la visita del gobernador Eugenio Elorduy a la UABC, lo increparon maestros manifestantes del Cobach y el SETE (Sindicato Estatal de Trabajadores de la Educación), una supuesta manifestación meramente magisterial. Los guardias de la institución no pudieron detener al comando de autobuses y carros: En uno de los camiones aparecía una consigna por demás elocuente: “Hank sí cumple”. Ya ni preocupación hay por cuidar el estilo.

Qué simpático Manuel Bartlett. Siempre sonríe como si de una travesura se tratara cuando se le recuerda lo de “la caída del sistema” en 1988. Hace unos días al entrevistarlo Denisse Maerker supuso que cierta pregunta se refería a su fraude orquestado, no era así, pero rió juguetonamente como el niño aquel que se volvió popular y célebre por “la mejor travesura del barrio” y que hay que presumir siempre.

Pero para cinismo (o cómo llamarlo) el de Jorge Hank. En una serie de entrevistas publicadas por Frontera, desconcierta el grado de burla o de dislocación de la realidad que puede alcanzar el alcalde tijuanense. Dice que desea que su gestión sea recordada por “las avenidas y callecitas”, que arregló (¿qué tantas fueron?) más que “por las grandototas”. De plano, no se midió y aclaró que él no prometió nada en campaña. Cuando se le pregunta “¿Qué es lo que más le ha incomodado como alcalde?”, responde que la indigestión que le dio días antes por comerse unas tostadas de tuétano y un gran trozo de carne. Y así en cinco o seis planas va contestando de tal forma que haría palidecer a Vicente Fox (que ya es mucho decir). Le dicen que si en su gabinete no hay “cuñados incómodos”, y responde desde el corazón: “Nomás faltara que yo fuera el único que no…”, luego le acomoda: “que no hubiera rumores”. Pero ahora sí que el hartazgo de la indecencia es cuando afirma: “Yo soy enemigo de lastimar a la gente”.
La risa del 2007: ¡jank jank jank jank!... ¡jank jank jank jank!... (Leerlo en voz alta y darle el énfasis debido).

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