17.9.07


Bruno Bichir
Un Teatro para TodoS

JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ
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La pasión, la entrega y definitivamente el quehacer teatral como un estilo de vida -que pareciera este último decreto ya como una frase hecha-, Bruno Bichir los encarniza, evidentemente, no sólo en la actitud, sino en la herencia determinada por una estirpe familiar consagrada en la escena.

El menor de los hermanos Bichir estuvo la semana pasada en nuestra región, presentando “La Historia del Tigre”, monólogo que lleva casi cinco años escenificando y que esta vez ofreció en los diferentes campus de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). En lo que respecta al plantel Tijuana,, el Teatro “Rubén Vizcaíno” se vio abarrotado de la comunidad teatral local, estudiantes universitarios y también jovencitas estudiantes de actuación -groupies- más interesadas en saludar en persona al galán que en apreciar la obra del novel italiano Darío Fo.

“La Historia del Tigre” es una obra donde todo el peso cae en la actuación de Bichir, sin más elementos escénicos, narrando la historia de un soldado chino adoptado por una familia de tigres. Por la temática y la factura, por ejemplo, esta obra contrasta con “Cabaret”, con la que se había visto a este actor en su pasada visita a la entidad. El primero teatro austero, el segundo, más comercial y con todos los recursos promociónales. Más aún Bruno Bichir lo asume con la misma devoción, según lo dejó asentado en entrevista con ZETA:

“Porque el teatro es mágico, y porque estoy convencido -creo que junto con todos los teatreros del mundo- que el teatro es para todos, todo el tiempo”, afirma.

A manera de ironía, Bichir refiere que los bemoles que implica la actividad teatral no se le pueden estar achacando todo el tiempo al Gobierno, a la CIA o “a las fuerzas del mal”; lo que pasa de repente -asevera-, es que los a teatreros los han hecho creer que están divididos, y en efecto, los separan.

“Nos enfrentamos ante el etiquetamiento de los proyectos: Teatro comercial, teatro universitario, teatro independiente, teatro vanguardista, teatro para niños, teatro inteligente, teatro de risa, teatro para pobres, teatro para ricos… ¡oye no! Y claro, cada quien defiende su espacio y sus recursos”.

Bruno refiere que precisamente en el Foro Shakespeare, espacio escénico donde centra su actividad en la Ciudad de México, se reafirma la creación independiente, libre de ataduras de presupuestos y apoyos, en aras de hacer un teatro realmente democrático: “El teatro es para todos… no importa que lo hagas en la azotea, en la sala de tu casa, robas los espacios, asaltas los espacios, los haces tuyos para que pueda existir tu teatro, tus ideas; y el teatro en general”.

Por ello, “Historia del Tigre” le ha significado al también actor de “El Callejón de los Milagros” la posibilidad de vivir de su oficio -aunque sea discretamente- y de tener mayor acercamiento directo con universidades, compañías teatrales y la gente en sí. En contraposición con una obra como “Cabaret”, a la que señala de una obra vanguardista, pero necesariamente comercializada para un público con valor adquisitivo, en aras de recuperar el alto costo de producción. No obstante, Bichir es reiterativo, el teatro es uno solo y ya: “En mi cabeza no suceden dos cosas distintas; en mi cabeza sucede ‘el teatro’. No lo veo como algo ajeno, desasociado o que me contradiga”.

Acepta Bichir que como sus hermanos, Odiseo y Demián, el hecho de pertenecer a una dinastía teatral les da otra perspectiva que no necesariamente asume con igual intensidad el resto del gremio: “Pero la idea es que se viva, la idea es que suceda; nos está costando mucho trabajo”.

El actor plantea un forma de hacer teatro que se revolucione desde dentro, independiente en todo lo que ello conlleva -creativa y económicamente-, donde no se sacrifique la ideología y el propio talento; pactando, buscando alianzas, vínculos, en fin, puntos de colaboración que no signifique venderse al mejor postor.

“Puede ser muy aleccionador, a la larga hasta de beneficio económico para los creadores, las dos vertientes. Cuando hay mucho dinero por las instituciones y eres beneficiado, pues estás ‘mamando chichi’ y pues nunca terminas siendo libre realmente, siempre estás a la espera, o siempre estás metiendo el codazo al compañero, para que tú puedas tener los recursos. Eso me parece difícil, y vil, punto”.

– ¿Te has sentido frustrado, alguna vez ha cruzado por tu mente dejar el teatro?

“Sí, sí… pero no por frustración -aclara-. Más bien porque ando buscando caminos para desarrollar ese discurso; y a veces a lo mejor no es a través del teatro, a lo mejor es a través de otra cosa. Pero sí lo he pensado, lo he dicho; no sucede, no ha sucedido. Alguna vez le comenté a un amigo eso y me dijo ‘¡estás loco!’, y ya pasaron 30 años. Pero mi padre era cartero, mi madre cantaba en la radio, entonces no nos perturba, no tenemos ningún vínculo con ‘llegar a ser’, ‘con hacerla’, con tener que ganar el premio o que tenga yo que hacer la película tal. A veces hay celos profesionales, hay ganas de hacer proyectos importantes, proyectos que desarrollar; desarrollarse creativa, económica, socialmente, como un ser humano, pero en la esencia la verdad es que me parece absolutamente pasajero; y regreso a lo mismo, está en todas partes, el teatro es para todos, aunque yo sea lechero”.

Ante 3 mil espectadores o solamente dos personas, con la respuesta efusiva del público o la frialdad total, Bruno Bichir le entra al juego de lo impredecible en cada representación. Es la alquimia de emociones, el ritual que compara con el acto sexual: “Cuando tú vas hacer el amor con alguien no sabes cómo va acabar, a lo mejor terminas mentándole la madre, que muchas veces pasa ¿no? Después ya está uno acostado, pensando otra cosa y de repente empieza a hablar uno pendejadas, y al rato ya te divorciaste. Y así, a los cinco minutos, entonces no sabe uno; lo importante es cómo atacar, cómo llenas ese encuentro es lo importante, y cómo pones de tu parte para el desarrollo de ese encuentro. Ya en lo que derive pues somos responsables todos, los de arriba y los de abajo. Por eso es importante romper el cerco, para que la gente sea responsable y no nada más esté cómodamente sentada”.

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