Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez
Qué Presidente tan ególatra. Felipe Calderón no se podía quedar con las ganas, se le cocían las habas, y, finalmente, se salió con la suya. Escenificó, y sin dejar en duda quién era el protagonista del montaje, el que algunos ya llaman el “Simi. Informe” (lo mismo pero más barato).
Vivillo desde chiquillo, astuto como el que más, la fiesta no le podía haber quedado mejor a Calderón. Cumplió a pisa y corre con el Congreso, con el caminito que no podría haber estado mejor regadito y allanado, y al día siguiente se guareció en Palacio Nacional. Se sacudió a los congresistas incómodos y, no conforme con ello, bien resguardado, retacó el patio central de la sede del Gobierno Federal, de 3, 500 quinientos asistentes; la mayoría burócratas, y personajes prominentes los menos.
Un viejo amor ni se olvida ni se deja, dice la canción, y creo que “el pueblo” mexicano hizo honor a la misma. Cómo que después de seis años de vivir en Foxilandia fue gozoso e excitante encontrarte con la férrea e inmaculada imagen de un Señor Presidente; solamente así me puedo explicar tal profusión de aplausos y ovaciones para el Felipe. Como en los mejores tiempos priístas. Nada más faltó el desfile de besamanos, seguramente se dio con gran dispendio tras bambalinas.
Qué días tan aburridos, recuerdo, eran aquellos primeros de septiembre, fechas del informe. Era escuchar (bueno, no escuchar, sino ver que hablaba y hablaba) horas y horas al Presidente del País, con un lenguaje indescifrable y en toditos los canales de televisión y estaciones de radio. Y no había ni para dónde hacerse. Pues ahora, aunque más breve en tiempo, pero fue lo mismo. Entonces en los informes de este sexenio el enlace en cadena nacional se irá extendió cada vez más conforme el Primer Mandatario van siendo más pródigo en sus acciones de gobierno.
La Dictadura Perfecta pareció regresar por sus fueros, y sí, tal vez estemos exagerando, pero el observar revividas viejas prácticas del priísmo recalcitrante no puede ser halagüeño. Miren que sacar del aire la señal de televisión cuando hablaba diputada Ruth Zavaleta, presidente de la fracción perredista del Congreso, y luego dar la explicación oficial de que “fue una falla técnica” o, lo que es lo mismo “se nos cayó el sistema”, Pero también los partidos de oposición bien que se lo ganan, por irresponsables y socarrones, mira que dos orangutanes perredistas agarrándose a golpes en pleno día de fiesta nacional. Por supuesto que el más agradecido con las inconsistencias de ese partido es “el ilegítimo”.
No da paso sin guarache Felipe Calderón. Y si en primera instancia invitó al “diálogo”, que es lo mismo que a la confrontación, a los congresistas opositores, es que seguramente traía bien armada su perorata para salir bien librado, ases bajo la manga que iba aventarle en la cara a sus detractores. Si llegó a sentirse contrariado por la frustración de su plan primero, rápidamente se le reconfortó, todo le salió “redondito”.
Felipe Calderón ha cumplido todas las expectativas de la población, o por lo menos de uno muy determinante, el empresarial. Así lo dijo Carlos Slim, y vaya que le creo al hombre más rico del mundo. Prueba infalible de lo benigno y generoso de nuestro gobierno.
Lo más rescatable del Informe Presidencial fue que nos han regresado la fe y la credibilidad en nuestros gobernantes. Las palabras de Calderón nos permiten ver la luz aún en medio de las calamidades que tanto nos restriegan los pretenden empañar los logros del neopanismo, nos regresa el optimismo la revelación: “Ahora México es un país con rumbo…”. Aunque siento que eso ya lo había oído en algún momento, en algún lugar.
Vivillo desde chiquillo, astuto como el que más, la fiesta no le podía haber quedado mejor a Calderón. Cumplió a pisa y corre con el Congreso, con el caminito que no podría haber estado mejor regadito y allanado, y al día siguiente se guareció en Palacio Nacional. Se sacudió a los congresistas incómodos y, no conforme con ello, bien resguardado, retacó el patio central de la sede del Gobierno Federal, de 3, 500 quinientos asistentes; la mayoría burócratas, y personajes prominentes los menos.
Un viejo amor ni se olvida ni se deja, dice la canción, y creo que “el pueblo” mexicano hizo honor a la misma. Cómo que después de seis años de vivir en Foxilandia fue gozoso e excitante encontrarte con la férrea e inmaculada imagen de un Señor Presidente; solamente así me puedo explicar tal profusión de aplausos y ovaciones para el Felipe. Como en los mejores tiempos priístas. Nada más faltó el desfile de besamanos, seguramente se dio con gran dispendio tras bambalinas.
Qué días tan aburridos, recuerdo, eran aquellos primeros de septiembre, fechas del informe. Era escuchar (bueno, no escuchar, sino ver que hablaba y hablaba) horas y horas al Presidente del País, con un lenguaje indescifrable y en toditos los canales de televisión y estaciones de radio. Y no había ni para dónde hacerse. Pues ahora, aunque más breve en tiempo, pero fue lo mismo. Entonces en los informes de este sexenio el enlace en cadena nacional se irá extendió cada vez más conforme el Primer Mandatario van siendo más pródigo en sus acciones de gobierno.
La Dictadura Perfecta pareció regresar por sus fueros, y sí, tal vez estemos exagerando, pero el observar revividas viejas prácticas del priísmo recalcitrante no puede ser halagüeño. Miren que sacar del aire la señal de televisión cuando hablaba diputada Ruth Zavaleta, presidente de la fracción perredista del Congreso, y luego dar la explicación oficial de que “fue una falla técnica” o, lo que es lo mismo “se nos cayó el sistema”, Pero también los partidos de oposición bien que se lo ganan, por irresponsables y socarrones, mira que dos orangutanes perredistas agarrándose a golpes en pleno día de fiesta nacional. Por supuesto que el más agradecido con las inconsistencias de ese partido es “el ilegítimo”.
No da paso sin guarache Felipe Calderón. Y si en primera instancia invitó al “diálogo”, que es lo mismo que a la confrontación, a los congresistas opositores, es que seguramente traía bien armada su perorata para salir bien librado, ases bajo la manga que iba aventarle en la cara a sus detractores. Si llegó a sentirse contrariado por la frustración de su plan primero, rápidamente se le reconfortó, todo le salió “redondito”.
Felipe Calderón ha cumplido todas las expectativas de la población, o por lo menos de uno muy determinante, el empresarial. Así lo dijo Carlos Slim, y vaya que le creo al hombre más rico del mundo. Prueba infalible de lo benigno y generoso de nuestro gobierno.
Lo más rescatable del Informe Presidencial fue que nos han regresado la fe y la credibilidad en nuestros gobernantes. Las palabras de Calderón nos permiten ver la luz aún en medio de las calamidades que tanto nos restriegan los pretenden empañar los logros del neopanismo, nos regresa el optimismo la revelación: “Ahora México es un país con rumbo…”. Aunque siento que eso ya lo había oído en algún momento, en algún lugar.
1 comentario:
Siempre me han gustado tus trabajos. Te felicito ( aun ke ya no nos veamos).
Chachis
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