7.9.07

El Búfalo de la Noche
TruCulenta Historia de AmoR y LocurA

Juan Carlos Domínguez

Y de repente el mundo conoció el nombre de Guillermo Arriaga, gracias al éxito de filmes como “Amores Perros”, “21 Gramos” y “Babel”, historias que nacieron de su pluma, pero que Alejandro Gónzalez Iñárritu cristalizó en imágenes y, como director de las mismas, se convirtieron en “sus películas”. Entonces al escritor Arriaga se le clavó la espinita de no sentir que se le daba todo el crédito. Finalmente, guionista y director salieron de pleito.

Arriaga ahora se apresta a dirigir y producir cine, para tener control total sobre sus propias obras. “El Búfalo de la Noche” es el filme que se estrenó el viernes pasado y en el que por lo pronto debuta como productor. El proyecto parte de una novela -del mismo nombre- que escribió en 1995, una truculenta historia de amor y locura, de tres personajes trastornados y entrelazados.

“Es una reflexión honda sobre el amor”; explica de forma contundente Arriaga. “Entendiendo el amor como un sentimiento poderoso, no es una tarjeta postal; es una reflexión sobre las relaciones en un mundo donde cada vez estamos más alineados. No importa en que ciudad vivas, he visto en todo México y América Latina; en Tijuana, Torreón, Puebla, Veracruz, Caracas, Bogotá, Turín, Madrid… cada vez es más difícil vincularse con el otro”.

Esa es la historia escrita, y ahora sí, ya trasladada a imágenes, será “la película de Guillermo Arriaga”: “Lo que yo quería como productor era simplemente resguardar la integridad de mi trabajo. Hecho con buen gusto, con pasión, con precisión, con riesgo; y creo que mi primera decisión fue encontrar al director que estuviera dispuesto a irse conmigo a esta isla remota que es ‘El Búfalo de la Noche’”, explica el autor en entrevista con ZETA.

Y encontró a su cómplice en Jorge Hernández, un cineasta venezolano radicado en Varsovia, al que hizo venirse a vivir a México y darle la oportunidad de hacer su ópera prima. Antes de eso pasó por dos directores que rechazaron su propuesta, de eso hace más de cinco años: “Para llegar a la isla no había ni siquiera barquitos, había que irse nadando”.
Ahora es diferente, Guillermo Arriaga es tan famoso, que “El Búfalo de la Noche” viene cargado de expectativas para él y su director. Pero Hernández no se abruma, su mira está puesta cuando en las marquesinas del cine esté el título de su película junto con otras nueves producciones de otras partes del mundo: “Uno tiene que tratar de estar en ese nivel para poder hacer que el público decida esa noche comprar un boleto para tu película y no para otra”.

Arriaga asume que la autoría de la película es de todos, incluyendo a los actores, que para conseguirlos emprendieron un casting muy exhaustivo por todo el país, de Tijuana a Veracruz, la mayoría de ellos desconocidos y otros con su primera experiencia en cine: Hugo Albores, Liz Gallardo, Walther Cantú, Camila Sodi y Gabriel González.

“Creo que una de las virtudes de esta película es que estamos refrescando el paisaje de rostros, de actores. El público va a agradecer el preguntarse ‘¿quiénes son esos?, ¿quién es este director nuevo?’”.

– Y está Diego Luna; poner a este tipo de actores garantiza el éxito en taquilla ¿no?

“Pero más que el éxito en taquilla, creo que lo que garantiza Diego Luna es gran calidad actoral; una pasión sin límites, una disciplina feroz. Es un actor muy disciplinado, y si escogimos a Diego, te lo juro, no fue pensando en taquilla, sino porque creemos que era el actor más indicado para hacer este papel”, justifica Arriaga.

Por su parte, el director Hernández detalla cómo Luna se entregó tanto en el papel, que a lo largo del filme va sufriendo una transformación que por momentos lo vuelve irreconocible: “El personaje tiene un comportamiento errático, irracional. De verdad, yo desde el principio no podría imaginarme mejor actor para que lo interpretara.

“Podría pensarse que tratamos de asegurarnos con cierta fórmula, pero yo como director puedo asegurar que nunca tuve ninguna condición, nunca tuve ningún tipo de limitante. Nosotros aquí no nos asociamos para una empresa, nosotros nos buscamos para ser cómplices de un trabajo. Yo siempre he pensado que la película que pueda hacer acompañado es mucho mejor que la que pueda hacer solo. Lo que sí te puedo decir es que hay visiones, y si en algún momento hubo visiones encontradas, siempre tuve la confianza y el respeto de Guillermo”.

“Fue muy sencillo -interviene Arriaga-, yo tenía un cuchillo, a ver… a ver… si no te gusta, te mato”, bromea. “Creo que hablar de trabajo creativo armónico no exime de pleitos feroces… feroces”, enfatiza ya en plan serio. “Jorge es un poco más tranquilo que yo. Yo estuve a punto de matarlo, pero era sano, es muy sano, esos encontronazos han sido muy sanos y crean heridas muy fuertes. Lo único que puede curar esas heridas es ver el resultado del trabajo que hicimos juntos”.
Respecto al trabajo de adaptación, que siempre es difícil, se ha dicho que la película casi parece una calca del libro. Sus creadores lo niegan rotundamente, además que sería imposible por la complejidad en que la historia está narrada por escrito. Arriaga aclara: “La razón por la cual yo quise que Jorge fuera el adaptador de la novela es porque en primera instancia, evitó un incesto. Porque si la hubiera adaptado yo solito, sí hubiera sido casi una calca. De hecho el final es totalmente distinto. Yo lo que tengo que vigilar, no es que sea la misma historia, sino que esté el espíritu, el mundo, las palpitaciones vitales, y claro, la anécdota básica, pero no la misma. No estamos reproduciendo la novela”.

Abunda Hernández: “Yo cuando terminé de ver la primera copia de la película, sentí exactamente lo mismo que el día que terminé de leer por primera vez el libro. Por eso creo que hicimos una adaptación fiel. Las motivaciones de ese mundo están ahí plasmadas, y de eso es lo que se trata, no de una traducción. En la literatura se interioriza el mundo exterior, y en el cine funciona en la dirección contraria, se exterioriza el mundo interior de los personajes, su mundo y sus emociones”.
En alguna revista norteamericana también se criticó que “El Búfalo de la Noche” tenía excesivas escenas de sexo, además de injustificadas. Situación que también descarta Arriaga: “No hay mucho sexo, lo que pasa es que es una reflexión del sexo como herramienta precaria de los jóvenes. La alineación no te permite construir herramientas de diálogo, de comunicación, y lo sustituyes con sexo. El capitalismo tan competitivo te acerca al sexo, pero el amor no; el amor es mucho más transgresor que el sexo.
“Si ven bien la película, se darán cuenta que muchas de esas escenas realmente no son de sexo, son contactos físicos como puentes de comunicación gracias a las cuales otras cosas suceden, se trata de compasión, de traición, de necesidad, de búsqueda; y son la única manera que tienen estos personajes de establecer una comunicación inicial”.

¿De qué manera el éxito de películas dirigidas por Iñárritu, y después de la polémica con él, determinaron el proyecto de “El Búfalo de la Noche?”, cuestiona ZETA a Guillermo Arriaga.

“Pues mira, al principio era una propuesta de riesgo a partir de que gané La Palma de Oro en Cannes, y luego las nominaciones al Óscar; y fueron cargando a esta película de una serie de pesos que no debería tener. La película tiene que hablar en función de sí misma. A mí en lo personal, si la cargan con esas expectativas, me tiene sin mayor cuidado. Estoy orgulloso, contento con esta película; creo que va a ser importante, sobre todos los jóvenes se van a identificar y la van acoger como suya. Va a enarbolar una parte de su generación”.

La trama y sus actores

“El Búfalo de la Noche” es la historia de un triángulo pasional, que oscila entre la locura, la autodestrucción y la muerte. Gregorio, Tania y Manuel se convulsionan entre los celos, la culpa y la traición, la angustia y la desesperación. Diego Luna y el resto del reparto, han referido su intervención en el filme como desgarradora y tortuosa. Los ha dejado desgastados. ZETA platicó con dos de estos actores.

La joven actriz Liz Gallardo dice que si bien gozaron la película, “también hay una parte que la padecimos, que la sufrimos, pero tiene que ver con que es una historia fuerte, no es una novela romántica, no es una película ligera que puedas pasarla de largo en tu vida. Pero bueno, uno comprende porque sabes en lo que te metes desde que lees el libro, te das cuenta que es una película que exige un compromiso, un esfuerzo mayor, una descarga energética, pero que es necesaria. A final de cuentas sí terminamos agotados, damnificados”.

Por su parte, Gabriel González, quien interpreta a “Gregorio”, un esquizofrénico y suicida, refiere: “A lo mejor con esta anécdota te contesto: El día que estábamos filmando la escena del psiquiátrico, de repente en uno de cuartos, me acuerdo que empecé a llorar como un niño al que le quitan su dulce, y yo diciendo las líneas, hasta creo que Diego Luna estaba ahí, la escena no iba por ahí, al contrario, era una confrontación, pero yo estaba… ¡uta! Sufriendo, realmente sufriendo como el personaje. Creo que como actor, lo padre es no actuar, sino responder a sentimientos y responder a esos impulsos”.




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