16.11.07



El Regreso de la CucA
JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ

“Viene rabiosa… viene sedienta de placer… cierren las iglesias… abran las cantinas… La Cuca llegó… y ha llegado pa’ quedarse….”, grita inconfundible la voz áspera de José Fors, que revive a la agrupación que naciera en tierras tapatías al inicio de los noventas.

Fue un lustro lo que La Cuca estuvo sin pisar el escenario. Y sin grabar discos, más. Disgregados sus integrantes, llegó el momento en que el reencuentro tenía que darse. Se dio, y con ello, la necesidad de un nuevo disco, ahora sí.

“Lo más raro es que pasaron cinco años y cuando nos juntamos se nos hizo como que habían pasado tres semanas, nos pusimos a ensayar y no se nos había olvidado nada, fue muy natural…”, explica Galo Ochoa, guitarrista del grupo.

El juntarse otra vez les trajo aires frescos, nuevas ganas: “Estos últimos cuatro años estuvimos todos chambeando de vuelta. Han sido los más a gusto, esto nos ha servido para disfrutar mucho más, crear canciones, viajar juntos, el escenario, todo; yo creo que en este regreso nos dimos cuenta que Cuca era mucho más grande que nosotros como individuos. Y estamos trabajando para ‘la cucaracha’ ¿no?”.

Y hasta agradecidos retornaron: “Eso es algo que nos regaló el público, en realidad fue el público el que mantuvo a Cuca viva durante estos cinco años que estuvimos fuera”.
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– ¿Y a qué público le apuestan ahora, al que tienen de tiempo atrás, o a nuevos seguidores? cuestiona ZETA.

“Pues más bien apostamos a lo que a nosotros nos gusta ¿no?, en cuanto al momento de componer y nuestra búsqueda como grupo, respetando mucho el sonido de Cuca que sabemos que existe”, responde José Fors.

“Pero lo impresionante es que más bien pensábamos que íbamos a ver al mismo público de siempre, y en general yo creo que en estos últimos años el promedio de edad ha de ser de 18 ó 19 años, que es lo que la Cuca tiene de vida. Pero también es un agasajo ver a familias, a dos o tres generaciones que se juntan en un espacio para cotorrear con Cuca”.

El hecho de verse de pronto en medio de nuevas camadas de grupos musicales y fans, lejos de causarles un choque existencial, les ha producido un sentimiento de reafirmación, tal como lo ilustra Galo: “De pronto nos invitaron a un festival que se llama ‘Rock Chavitos’ en el D.F. y te das cuenta que apenas te conocen y de repente son nuevos retos para ti. O a un festival de radio donde están las bandas de moda, que son como las que más odiamos, como Panda, y alternar con ellos y romperles la madre es todo un agasajo para nosotros. Y que los chavitos vean que el roncanrol sí está aquí y no ahí”.

Según esto, por ellos no pasa el trauma de que los puedan considerar viejos o pasados de moda: “Somos defensores del roncanrol, si eso es quedarse en el pasado, estamos en el pasado. Somos defensores de Chuck Berry, de AC/DC, de Black Sabbath, de Deep Purple, Led Zeppelin; son bandas que todavía nos mueven, yo creo que llegan cosas para quedarse, el blues está siempre con nosotros y el roncanrol también.
“A la vez en Cuca, aunque cargamos la bandera de ser muy roncaroleros, también hemos logrado un sonido propio gracias a experimentar y a sazonar nuestra música con otras influencias. Alguna vez Galo dijo que Cuca era combinación de los B-52’s con AC/DC, y pues sí, hay bandas que no son meramente roncanroleras pesadas que nos han influenciado”.

Con esa vocación agresiva y contestataria, y por supuesto su sonido duro, la Cuca ve venir otro tiempo en el que ha quedado atrás la ruptura de la que José Fors asume toda la culpa: “Uno de mis oficios es el de pintor, y es algo que adoro y es una necesidad para mí, como comer; y yo sentía que Cuca me estaba robando tiempo para pintar, pero eso no era verdad, lo que me estaba robando el tiempo era el pomo, y los excesos y todo eso, y ahora que estamos más tranquilones es cuando ha funcionado mejor la banda. Definitivamente yo ahí era el apestado, el que movía el mofle. La estabilidad entre Nacho, Carlos y Galo siempre ha sido más presente, y yo era el orate, el que causaba todos los problemas”, acepta quien también ha sido conocido por su esquizofrenia y su condición de paciente recurrente en hospitales siquiátricos.
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¡Con pelotas!

“¡Pero es que no podía tener otro nombre!”, expresa Galo Ochoa a propósito del título de su nuevo disco. Una colección de canciones que mantiene el sonido duro de la Cuca y, sobre todo, el espíritu rebelde y a veces contestatario del grupo. Sin artilugios ni ornamentos, Cuca mantiene su crítica social, contra la frivolidad y la mediocridad. Arremeten contra los metrosexuales, las bulímicas y los enajenados con el reggeatón y otras moditas. Igualmente hay rolas con mucha carga de conflicto existencial. Pero sobre todo, privilegian la esencia misma del rock.

Por ello son “Con Pelotas”: “Estamos tan cansados del rock diluido, del rock sin pelotas, son años y años que se ha buscado cómo comercializar , cómo suavizar el rock, cómo hacer más amable el rock; pero el rock no nació para ser amable, el rock nació para agarrar al toro por los cuernos y sacudirlo.

La música y las letras tienen que ser contundentes y directas, eso es el rock, por más que quieran disfrazarse Belinda y demás. A los que les gusta el rock saben que eso no es rock; no es ponerse un tatuaje y una camiseta de calacas, no es nada conformista, es un rollo agresivo. Si tiene agresividad es rock, es algo que despierta al animal, ese algo que tanto quieren domesticar…”.

Cuca, como muchos otros, encuentran a Tijuana como una segunda casa, a la que regresarán el 30 de noviembre en el escenario de El Foro, donde encontrarán, aseguran, a uno de sus más entrañables cómplices: “El publico de Tijuana siempre está a la altura de la locura de la Cuca…”.

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