27.11.07


INFORME DE GOBIERNO TIJUANA
ALCALDE KURT HONOLD

!!Por qué no te callas!!


*JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ

Fue debut y despedida el Tercer Informe de Gobierno del XVIII Ayuntamiento de Tijuana, y concretamente el recuento de actividades del período de febrero a noviembre de 2007, fue más la oportunidad del Alcalde Suplente para agradecerle a la vida la oportunidad de haber gobernado esta ciudad, y para dejar en claro todo lo que habría que hacer, pero que no concretó.
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Alrededor de las 4.30 de la tarde empezó a arribar la gente al Patio Central de Palacio. Los más distinguidos fueron colocados al frente, y los del pueblo atrás, entre ellos simpatizantes priístas, sindicatos de burócratas y de taxistas amarillos. Juntos pero no revueltos: “Nosotros estamos acá, no somos invitados tan finos”, aclaró una señora.

La Banda de Tijuana, todos con camisas rojas se arrancaron con “Mi Ciudad”, al tiempo que seguían desfilando los invitados: Jorge Astiazarán, Óscar Baylón Chacón, René Treviño Arredondo, Federico Valdés Martínez, Mario Madrigal, Salvador Morales Riubí, Jorge Hank Rhon. El Presidente Municipal con licencia y frustrado aspirante a Gobernador llegó de la mano de su esposa María Elvia Amaya, y atrasito de él su séquito de costumbre: El Arzobispo Rafael Romo Muñoz –siempre fiel–, el otrora director de Relaciones Públicas del Ayuntamiento, Miguel Ángel Badiola; Francisco Ramírez, vocero y brazo derecho. La ovación fue grande y el afán de muchos desbordado por saludarle.

Después de la comitiva Hank, los más aclamados fueron Luis Javier Algorri y Víctor Manuel Zatarain, Secretario y Director de Seguridad Pública, respectivamente, quienes llegaron vestiditos igual, en trajes negros a rayas blancas. Mientras ellos departían entre besos y abrazos, una mujer con una pancarta que a la letra decía “¡Ya estoy hasta… Sr. Algorri”!, era echada del recinto.

Se empezó el protocolo con el izamiento de la bandera y el canto del Himno Nacional. Para variar Hank apenas movía los labios, al final ya ni cantaba. Kurt Honold llegó acompañado de Francisco Blake, Secretario de Gobierno del Estado, en representación del Primer Ejecutivo del Estado Guadalupe Osuna Millán.

El Regidor Néstor Araiza Castellón fijó la postura del Partido del Trabajo. Se enfocó en la inseguridad, llamando a la coordinación de las tres instancias del gobierno para su combate. Por su parte el Regidor Carlos Mejía habló mucho y dijo poco. El tema de la inseguridad también fue destacado por éste.

Lo mejor de la noche fue la intervención del Regidor panista Raúl Castañeda Pomposo. Inició muy conservador. Criticó el déficit de 350 millones de pesos que deja la actual administración. Pero el robusto edil no se sintió a sus anchas en tanto no recibió los primeros abucheos. Entonces bebió agua, se pavoneó sobre el estrado, y habló más fuerte: “En el PAN nos queda claro…”, repitió una y otra vez y los simpatizantes priístas no lo dejaban concluir entre gritos. Castañeda hubo de pedir el apoyo de Garza para conminar a la concurrencia que lo dejaran concluir, pero le seguían gritando “¡Fuera!”… “¡Ya no llores!”… El Regidor priísta Edgar Fernández Bustamante les hacía señas con las manos a los gritones, que se calmaran les decía. Y Castañeda Pomposo nomás no podía concluir, los gritos apagaban su voz y una y otra vez se detenía para pedir el auxilio de Andrés Garza, hasta que éste, ocurrente, puso un hasta aquí: “Les vamos a pedir un favor… si no lo dejan hablar no va a terminar nunca…”, se apagaron las voces.

Le tocó el turno a la fracción priísta en la persona de Edgar Fernández Bustamante, que sin discurso escrito se postró hablando como si estuviera en campaña. Resaltó la tecnología y equipamiento para el área de seguridad, presumió que Tijuana tiene la policía mejor pagada del país, resaltó los programas de gestión social y proyectos. Apenas estaba agarrando viada cuando hubo apagón. Fueron cinco minutos sin energía eléctrica. Luego retomó el discurso: “No se distraigan, aún no termino”. Y hasta amenazó: “Se me fue la inspiración, voy a volver a empezar…”, lo bueno es que nomás bromeaba.

Y llegó el turno al Alcalde Suplente Kart Honold, quien antecedió su discurso expresando que ése era el día más importante de su vida –pero no lloró–, y sincerándose de entrada: “Debo decirles que quedan tareas pendientes que nos hubiera gustado terminar, pero nos fue imposible…”. Desde el inicio fue alarmista, revelando que en 15 años la población de Tijuana crecerá al doble y con gran rezago en las arcas presupuestales. Instó a que la población pague el impuesto predial, se deben 200 millones de pesos y le aventó el paquete a la próxima administración. Habló de nuestra ciudad como si de una mujer se tratara: “… podrá crecer de una manera robusta y atractiva”, y en ese proyecto se victimó: “El XVIII Ayuntamiento ha podido sacarle jugo a los escasos recursos económicos que se tienen”.

Las disculpas fueron recurrentes: “Hubiéramos podido hacer más y mejores cosas”. El discurso de Kurt Honold fue mucho de llamar a la solidaridad y unión fraternal entre los tijuanenses. Luego fue un poquito enérgico: “Hay que evitar que la soberbia política castigue a una ciudad por tres años, no lo podemos volver a permitir”.

El, esbirro de Hank y del priísmo, dijo que el gobierno debe ser transparente, sin ningún interés de grupo o partido político. Ya encarrilado hasta se puso a dar jalones de oreja: “Yo le pido a mi partido que pongamos el ejemplo siendo una oposición responsable…”. Vaya que se engranó: “Lo voy a volver a repetir…”, y se los volvió a decir, y casi los catalogó de chismosos: “…que ya nos dejemos de pleitos y de seguir metiéndonos en la vida privada de los actores políticos”.

Cosa inusual, expresó y llamó al apoyo general para el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, pidió a que se le unieran y habló fuerte y de corridito con mucha enjundia y con una defensa inaudita: “…él (Osuna Millán) es nuestro Gobernador y a él tenemos que respetar…”.

Para concluir manifestó el gran honor y la fortuna que representó para él gobernar Tijuana. Agradeció por ello especialmente a Jorge Hank Rhon, a Jorge Astiazarán y a su esposa: “… la que me escucha, me regaña, me consuela y me da ánimos…”. Bajó del escenario sin mucho relumbrón, mientras toda la atención la acaparó el Alcalde con licencia. Del Suplente dos hombres opinaban: – “Yo creo que Honold nunca se imaginó que iba llegar a ser Presidente Municipal”. – “Yo creo que más bien nunca se enteró”.

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