25.12.09


CÁNCER DE MAMA METASTÁSICO

En México ya nuevo medicamento para mayor calidad de vida

La detección de un bulto en alguno de los senos de la mujer –y esporádicamente en los del hombre- puede estarnos indicando la existencia de una enfermedad que en los últimos años ha ido en aumento en nuestro país, al grado de registrarse 12 mil nuevos casos cada año. Hablamos del cáncer de mama o cáncer de seno, llamado así el crecimiento desordenado de las células mamarias.
“Es una enfermedad que antes no queríamos ver, hasta que fueron aumentando los casos; y ya sabemos bastante de él”, expresa el doctor Juan Alejandro Silva, Jefe del Departamento de Oncología Médica del Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS.
Hasta el 2003 el cáncer de mama ocupaba el segundo lugar como la principal causa de muerte en las mujeres mexicanas, pero para el 2006, el padecimiento vino a desplazar al cáncer cérvico uterino como el primer padecimiento por el que fallecen las pacientes en México. En nuestro país cada dos horas una mujer fallece a causa del cáncer de mama, la prominencia es en mujeres mayores de 50 años, más las estadísticas registran que van en aumento en pacientes entre los 30 o 40 años, según reveló el doctor Rogelio Martínez Macías, Jefe de la Unidad de Tumores Mixtos del Hospital General de México.
Ahora bien, del 5 al 10 por ciento de los casos diagnosticados como cáncer de mama va implicar el cáncer de mama metastásico (CMM) desde el primer momento; el 20 al 50 por ciento va a desarrollarlo en el transcurso de la enfermedad, y el 40 por ciento de los pacientes aunque ya sometidos al tratamiento van a presentarlo en un lapso de 3 años, con una media de supervivencia de sólo 2 ó 3 años. Es decir, el CMM es una realidad preocupante, dado que el 60 por ciento de los casos diagnosticados se detectan tardíamente, con lo que disminuyen las posibilidades de recuperación y supervivencia, convirtiéndose en un permanente desafío para los oncólogos.

Diseminación: La amenaza

El cáncer de mama metastásico (CMM) representa el tipo de cáncer de mama más avanzado, los médicos la clasifican en la Etapa IV, fase en la que las células cancerígenas se han diseminado a otros sitios del cuerpo a través de los vasos sanguíneos o el sistema linfático. Las células cancerígenas crecen y se multiplican y pueden llegar hacia cualquier órgano del paciente, desde las zonas que rodean a los senos, hasta órganos como los huesos, pulmones y el hígado, minando dramáticamente la salud de la persona.
Como ya decíamos el CMM puede aparecer desde el diagnóstico inicial, en pacientes que están sometidas a tratamiento o en aquellas que habían tenido una respuesta satisfactoria y reincidieron. El cáncer en esta etapa es muy agresivo y por lo general es imposible exterminar la totalidad de las células cancerígenas, por tanto, los tratamientos para el CMM se centran en proporcionar alivio a los síntomas propios del padecimiento y a extender la expectativa y calidad de vida de los enfermos. “En este momento podemos decir que un paciente que tiene enfermedad metastásica no se va a curar, pero puede vivir con el cáncer; y que cada vez existen más moléculas que nos permiten que esa sobrevida sea también con calidad”, apunta el médico Rogelio Martínez Macías.
Siendo el cáncer de mama una enfermedad multifactorial y heterogénea existen varios medicamentos quimioterapéuticos que suministrados solos o combinados con otros fármacos son utilizados para tratar el CMM, tomando en cuenta factores como la edad, el estado general de salud del paciente, síntomas, duración de la enfermedad, tratamientos previos, recaídas, la masa tumoral u otra serie de condiciones que intervienen en el desarrollo del padecimiento. Desafortunadamente aunque la gama de opciones para tratar la enfermedad es extensa, es muy fuerte la resistencia con la que las células cancerígenas responden a los tratamientos, lo que se estima que esta resistencia es la responsable del fracaso del tratamiento en más del 90 por ciento de los pacientes.

Epotilona: El desafío

Las antraciclinas y los taxanos son dos de los agentes más usados para el tratamiento del cáncer de mama metastásico y suplementarios a la quimioterapia; por desgracia los mismos son muy susceptibles a los principales mecanismos de resistencia con los que responden las células cancerígenas. Por fortuna a este limitado panorama llega una nueva opción con la epotilona, una nueva clase de agentes antineoplásicos con baja susceptibilidad a estos mecanismos de resistencia, y que apenas desde el pasado mes de septiembre ha sido autorizado para su suministración en nuestro país -Estados Unidos se usa desde el 2007- a través de Bristol-Myers Squibb de México. “Es una nueva familia de medicamentos que representa un desafío que nunca había tenido otra molécula”, pondera el doctor Cristian Villanueva, cirujano oncólogo del Hospital Universitario de Besancon, Francia.
En términos prácticos, una ventaja básica que ofrece la epotilona es la reducción de su dosis y frecuencia, a diferencia de cada semana de aplicación para otros agentes, 40 miligramos de ésta cada tres semanas, lo que no sólo significa reducción de costos, sino también las reacciones secundarias tales como problemas neurológicos, cardiacos o hematológicos; se ha demostrado que el 30 por ciento de los pacientes no pierde el cabello, han disminuido las náuseas y vómitos, hormigueo en las manos, y otros síntomas que se presentan con los otros medicamentos. Las molestias van de moderadas a leves, así como reversibles, lo que siempre representará una mejora para los días del paciente.

(Juan Carlos Domínguez)

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