25.12.09


REFORMA SESGADA

La iniciativa de Calderón generará muchos desencuentros y cambios antes de ser aprobada

Primero con la energética y luego con la fiscal, el Presidente Felipe Calderón estará pasando a la historia como el mandatario gestor de reformas fallidas o manipuladas. Pero para muchos donde el mandatario “se voló la barda” es con su decálogo para una Reforma Política. Lanzada “al cuarto para las doce”, la consideran apresurada –o tardía, según se quiera ver– y, sobre todo, sesgada. Un acto más, pues, de un Presidente debilitado y desesperado y más que con intenciones democratizadoras, con afanes de recuperar el poder perdido del otrora “presidencialismo”, repartido ahora en un Congreso donde, por cierto, el partido de Calderón ya no es mayoría. Y claro, con la mira puesta en la sucesión del 2012.
Los puntos fundamentales que plantea el Presidente para su discusión en la Cámara de Diputados y después en el Senado son: Reelección de alcaldes, hasta por tres períodos más; Reelección de Diputados y Senadores por tres períodos más para los primeros y uno más para los segundos; Reducción de diputados de 500 a 400, y de 128 a 96 en el caso de los Senadores; Registro de partidos políticos que tengan un mínimo del 4 por ciento de los votos y no el 2 por ciento como en la actualidad; Candidaturas independientes donde cualquier persona pueda aspirar a un cargo de elección popular sin necesidad de un partido político que lo respalde; Iniciativa ciudadana, para que cualquier mexicano pueda proponer iniciativas ante el Congreso; Segunda vuelta electoral para cuando en la elección presidencial se repita el sufragio si es que el ganador no obtuvo el 50 por ciento más uno de votos; así como Iniciativas preferentes y Derecho a presentar observaciones de parte del Presidente de la República respecto a iniciativas de Ley que pasarán aun si el Congreso no las aprobó, por medio del veto del Jefe de la Nación o de referéndum.
Las reacciones a la propuesta calderonista han sido encontradas incluso entre políticos de las mismas fracciones. Lo que ven en cierne es a un Presidente intentando defenderse hasta con los dientes y a un Congreso, y en particular a los partidos políticos, que verán acotado su poder y que a la larga no dejarán prosperar –por lo menos no como está planteada ahora– la Reforma Política. El argumento esgrimido por Felipe Calderón respecto a darle más poder al ciudadano y pasar “del sufragio efectivo a la democracia efectiva”, se ha ganado más calificativos de desaprobación que de simpatía y, en el mejor de los casos, de suspicacia y escepticismo.
Algunos puntos del decálogo producen especial escozor. Respecto a la propuesta de reelección de alcaldes, algunos analistas consideran que no es sólo que la palabra “reelección” asuste tanto a México, sino que estaría dando más cacicazgo a los munícipes cuando “si por tres años hacen y deshacen… ¡imagínense 12 años!”, además que lo ven como una medida simplista de “premio y castigo”. Con la segunda vuelta en la votación presidencial, dicen que no se resuelven los conflictos poselectorales, mientras otros la consideran indispensable, u otros sospechan que favorecerá al bipartidismo. La iniciativa que parece tener el mayor consenso aprobatorio es la que exige un 4 por ciento mínimo de votos para que un partido conserve su registro, sin embargo, se prevee que los “partidos chiquitos” darán dura pelea para revocar tal propuesta. Los que ven con buenos ojos las candidaturas ciudadanas consideran que así se evitarán los monopolios partidistas o los cotos de poder familiares; mientras que los pesimistas ven como un peligro que en la práctica cualquiera pueda candidatearse, sobre todo con la sombra –o los tentáculos– del crimen organizado a un lado: “Si los narcos antes financiaban campañas a través de los partidos políticos, ahora lo harán al margen de los partidos políticos”.Desde el PRI, desde donde sus actores jugarán el papel más importante para que la iniciativa de reforma prospere, ya se han dado las primeras divergencias. Mientras el líder de los priístas en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, avaló la propuesta del Presidente Calderón, a reserva de que se discuta a fondo y conminó a que todos los partidos políticos asuman una posición; pero por otro lado, Enrique Peña Nieto, desde su viaje de turismo al Vaticano, dijo que la propuesta presidencial es inoportuna y reprobó las ideas de reelección que plantea Calderón. En el PRD, bancada y partido donde les tocará “bailar con la más fea”, Carlos Navarrete, jefe de los senadores perredistas, no le cayó nada bien que se intente acotar las facultades del Poder Legislativo y lo vio “como una treta que intenta revivir un presidencialismo agotado y obsoleto”. Andrés Manuel López Obrador, con su coloquialismo acostumbrado refutó que sólo es un ardid del Gobierno Federal para distraer la atención pública de los problemas medulares del país, tales como el desempleo, la crisis económica y la inseguridad: “¡Pura faramalla!”.
“No es casual que saque esta reforma a tres años de gobierno, por qué no lo hizo al principio, nos hubiéramos ahorrado muchas cosas”, opinó para ZETA el investigador del Colegio de la Frontera Norte y consejero electoral Víctor Alejandro Espinoza Valle. “Es un momento difícil para él, viene su partido de perder elecciones intermedias, las encuestas perfilan al PRI. Es una forma de ganar legitimidad, situarse en el centro del debate. Desde hace mucho tiempo el Presidente no marcaba la agenda política de este país; es entendible, ha sido muy difícil para él con las crisis económica, social, de seguridad…”.
Por otra parte, los detractores de la reforma refieren que Calderón habla de perpetuar mandatos pero no de revocarlos, además de otros vacíos como el fortalecimiento de la rendición de cuentas o el plebiscito. Puntos algunos en los que coincide Espinoza Valle. “Lo positivo es que abre la posibilidad de discutir estos temas que no se estaban discutiendo o se estaban discutiendo marginalmente por los académicos –que tampoco tenemos la gran voz–. Tenemos que darnos el tiempo, aprovechando que 2010 no es año electoral en lo federal, para llegar a una reforma importante, profunda, para que no sea de nuevo bloqueada”.
Mencionan los politólogos que a esta iniciativa de reforma incompleta y simplistas, le falta una reforma de poder y de reforma de modelo de desarrollo. El académico del Colef comparte la idea, dice que lo económico y lo social van ligados al tema: “Sí necesitamos transitar a un nuevo régimen político para poder transitar a otros temas. Si no, vamos a seguir entrampados en las minucias”. Y habrá que esperar en medio del escepticismo que provoca nuestra propia democracia: “Y es que la burra no era arisca”.


(Juan Carlos Domínguez)

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