16.2.11


LA POLÍTICA ALEGRE
Juan Carlos Domínguez

CACIQUES
Vaya que a los panistas la derrota no les ha quitado la soberbia y la prepotencia. Los que se mantienen en el poder siguen pisoteando la dignidad de hasta sus mismos correligionarios. Tal es el caso de Carlos Flores Vázquez y Mario Osuna, secretario y subsecretario de Desarrollo Social del Estado. Un sólo ejemplo: a diez de sus promotoras las tienen a pan y agua desde hace tres meses, no les han pagado sueldo, y ahora las quieren recontratar pero por parte del Seguro Popular, aunque sigan chambeando para ellos. Se fue a mamar a otra ubre el anterior titular Carlos Reynoso Nuño y dejaron chiflando en la loma a las promotoras que, aparte de ser militantes panistas, se fletaron bien y bonito, y hasta en contra de su propia voluntad, en la campaña a favor de Carlos Torres, ex candidato a la alcaldía de Tijuana, que no valió más que para puras vergüenzas. A las promotoras panistas ya les dijeron que se olviden de las 12 semanas de salario que les deben. Pero eso sí, Mario Osuna en Tijuana, ha contratado a nuevos promotores cuyo único mérito es que son sus cuatachos del alma.

LA ESCUELITA
Así se le conoce ya al área de comunicación social del Ayuntamiento de Tijuana. La comparan con la escuelita del “Chavo del 8” donde el papel del Profesor Girafales lo emula Antonio Cano, coordinado de Gabinete; los demás personajes que comparten el libreto son Martha Saldívar, Socorro Castillo, Raúl Gómezcaña y Mónica Vallejo, quienes fungen –o fingen– como maestros del resto de los voceros de todas las dependencias y delegaciones del municipio. Los convocan en un saloncito, supuestamente para instruirlos en las maneras básicas de redactar un boletín o comunicado, pero terminan más hechos bolas que sus potenciales alumnos, que dicho sea de paso, tampoco son muy brillantes. La otra vez Cano y Saldívar se empelotaron en la explicación de algo que evidentemente nunca han hecho y ahora pretenden enseñar: el encabezado y la entrada de un boletín.

EL ELEVADOR DEL TERROR
Los cientos de usuarios que llegan a Palacio Municipal de Tijuana no ganan para sustos. Principalmente los viejitos y minusválidos que por las condiciones físicas propias de su situación se ven obligados a usar el elevador para el público. Es muy pequeño, tiene un cupo muy limitado y es viejísimo; en fin, un verdadero peligro pues en cualquier momento se puede desplomar porque siempre está saturado y no se le da el debido mantenimiento. Son incontables las veces que se ha atorado, incluso con ocupantes “célebres” que han visitado a las autoridades municipales, tal es el caso de Jerry Sanders, alcalde de Los Ángeles, y hasta Mickey Mause. Pero todo eso le valía a Jorge Ramos y ahora a Carlos Bustamante, como el alcalde en turno cuenta con un exclusivo elevador, que cómodamente lo traslada desde sus despacho al estacionamiento y viceversa, y al que sí le dan mantenimiento, pues que la chusma se joda. Por cierto, hace varios años un par de niños fallecieron cuando los aplastó un elevador en el hotel propiedad del ahora alcalde. Ojalá no cargue el karma.

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