18.7.07


Tijuana 118 Aniversario
"Mañanitas" modestas


“No sé… apenas va empezando el maldito evento”, así le respondía a alguien un policía a través de su radio, a propósito del festejo de las Mañanitas a Tijuana que, evidentemente, no despertaba mucho entusiasmo, por lo menos con los guardianes del orden.

La fiesta, que corresponde al primer evento de la serie de festividades con la que el XVIII Ayuntamiento de Tijuana conmemorará el 118 Aniversario de la Ciudad, tuvo nuevamente como escenario el Parque Teniente Guerrero, pero esta vez sin glamour ni tanta parafernalia. Vaya, sin el sello “Hank” tan marcado.

Esta vez para el acceso en automóvil al área no hubo mayor problema, no faltaron estacionamientos, ni tampoco fue necesario acordonar demasiadas cuadras. La gente fue llegando lento, y avanzada la velada el parque no llegó a verse atiborrado. Esta vez, contrario a los dos años anteriores, no hubo tijuanenses “del pueblo”, relegados y protestando; pero tampoco hubo el desfile de la “gran socialité”.

El Alcalde Kurt Honold Morales, y su equipo de Relaciones Publicas, prepararon el festival, al estilo modesto que lo ha caracterizado. Para el programa musical, en lugar de Orquesta de Roma o Niños Cantores de Viena, o al menos la Orquesta de Baja California; se ofreció el talento de grupos folclóricos y musicales locales, Satélite Infantil, y a los ganadores de la Olimpiada Cultural.

Una fiesta sui géneris esta vez. De entrada, la pantalla gigante colocada a un costado del escenario recibía a la gente con imágenes del grupo Timbiriche, grabadas hace 20 años. “El grupo del momento”, mencionaba una y otra vez la maestra de ceremonias, e invitaban al concierto que ese grupo ofrecerá la próxima semana en la Plaza Monumental. También promocionaba el baile de Los Tucanes de Tijuana en el Terrenazo del Hipódromo Caliente.

El parque, que ahora luce más bonito, aunque con menos árboles, fue dividido por sectores. Un área de mesas acordonada, y todo alrededor libre para las familias “de montón”. Por lo menos esta vez nadie tuvo que pagar 300 dólares de acceso. Fue gratis y la gente estaba alegra baile y baile los temas de Timbiriche. Estudiantes, jóvenes y hasta familias sumadas a la euforia del momento. Aunque de repente se suscitó un conflicto familiar: -“Decídanse ¿a quién vamos ir a ver, a Los Tucanes o a Timbiriche?”; llegó un joven a preguntarle a su mamá y hermana. – “!No pues a Los Tucanes… a los otros qué les voy a ir a ver!”, respondió la doña, pero bien que estaba baile y baile con la canción que tocaban: “Y la fiesta comenzó”.

* Sin alfombra roja

Los viejos residentes de Tijuana e invitados distinguidos estaban muy apaciguados en sus mesas y con las botellas y botanas que ellos mismos llevaron. No hubo servicio de alta cocina. Alrededor el resto de los tijuanenses que iba llegando podía acomodarse ampliamente por todo alrededor del parque, había espacio de sobra. Los personajes eran una combinación de famitas, gente rara; aparte de los policías y cadetes, muchos.

Las carpas de la Cervecería Tijuana estaba de adorno, no había cerveza; un viejo residente preguntaba por el espacio de la Tecate; no llegó; L.A. Cetto sí hacía su agosto, a pesar de que la concurrencia no era la más asidua a beber vino. El extremo este del parque era otra cosa. Una combinación de las ferias, jardín del arte o un domingo cualquiera de paseo. Puestos de antojitos de todo tipo, y el ambiente de verbena. Nomás faltaban los juegos mecánicos: “Nomás estamos esperando que den el grito… ¡ah no!, no es el grito lo de hoy”, expresaba un vendedor de flautas.

La entrada principal a la fiesta hubo que adivinarla en un caminito encementado. No hubo alfombra roja para distinguirla a la primera, y en lugar de reflectores y séquito de modelos, esta vez sólo dos tristes edecanes la franqueaban. De pronto llegaba gente elegante, con estilo; pero ya ni se preocupaban por encontrar la pasarela ni los reflectores; entraban por dónde podían. Lo mismo habría pasado con el Alcalde Honold porque pocos se dieron cuenta de su arribo, la misma maestra de ceremonias que lo anunció no lo encontraba Aquella avisaba sobre el arribo del Presidente Municipal y éste apareció ya sentado en su mesa, acompañado de su familia y el Señor Arzobiscpo –siempre fiel- Salvador Romo Muñoz..

Una caravana de niños verdes desfiló hacia el escenario. Se trataba de un grupo musical con playeras llamativas, una extraña combinación de showmans, djs y “Kumbia Kings”, Los viejos residentes no entendían el por qué les estaban presentando ese tipo de música. En la esquina del Parque donde en años anteriores los policías la hacían de valet parking con los autos de lujos, estaba una sola patrulla con los códigos prendidos y un par de agentes hastiados por la falta de actividad.

En sí, un evento ni populachero ni glamoroso; “entre azul y buenas noches”, como luego dicen. “¿A qué hora se va a acabar este desmadre?”; preguntaba enfadado un cadete de la Academia de Policía.

* Bendiciones y regalos para Tijuana

Tan relajado estaba el Teniente Guerrero en esta ocasión, que las parejitas nocturnas que se sientan en las bancas que rodean todo el parque seguían con toda tranquilidad gozando de las mieles del romanticismo. Con todo y todo, un indigente recogió su cartón y prefirió irse a dormir a otro lugar.

Una niña, campeona de la Olimpiada Cultural le dedicaba una canción a Tijuana: “Te quedó grande la yegua”. El señor alcalde bailaba. Luego un niño orador hacía una recapitulación de la historia de nuestra ciudad, casi nadie lo tomaba en cuenta, salvo algunos vagabundos que protestaban: “Pero por qué no dicen que Tijuana empezó como un burdel… por qué nomás cuentan lo bonito…”.

Si en los dos aniversarios anteriores sirvieron de pretexto para promocionar las acciones de gobierno de Jorge Hank, esta vez fue un evento de anuncios a lo descarado. La maestra de ceremonia se pasó 6 horas invitando a comprar boletos para Los Tucanes, para Timbiriche y para la corrida de toros; además de casas en Urbi Villa y hasta para “un regalo de honor para tu familia”: criptas en la Nueva Catedral.

Acercada la medianoche, Kurt Honold subió acompañado de su esposa María Elena de Borquéz. El recibimiento fue tibio y con la gracia que le caracteriza, el primer edil solicitó la ovación: “¿Cómo están?... No se oye… no se oye… a ver los aplausos…”.

La Primera Dama de la Ciudad agradeció la presencia de los tijuanenses y a la gente que ayudó a la organización –aunque no mencionó al grupo “Unidos por Tijuana”, que nuevamente sintieron que el Ayuntamiento saludó con sombrero ajeno-. Acto seguido, invitó a la gente a darle tres grandes regalos a Tijuana: “Los Tucanes, Timbiriche y Corrida de Toros”, más venta de boletos pues. Aunque los eventos será a beneficio de tres instituciones altruistas: el DIF Municipal, Club de Niños y Niñas de México y la Nueva Catedral. El Obispo, agradeció que la diócesis que encabeza fuera incluida en esas causas nobles

El Presidente Municipal por su parte, aclaró que “la razón de estar aquí todos aquí, es festejar a Tijuana de forma familiar”. Resaltó la manera voluntaria y abierta de la fiesta, “para que caca quien trajera lo que quisiera tomar, comer, y comprar”. En su discurso hizo referencia a los valores y la unidad familiar para erradicar la drogadicción y delincuencia: “Más pistolas y más policías no lo es todo”. Halagó a “Tati”, su mujer, como la que tuvo la idea de hacer más familiar y con presencia de niños artistas el festejo. .

El señor Alcalde aprovechó el momento para abrir su corazón y hacer partícipes a la concurrencia de su enamoramiento hacia su esposa: “¿Verdad que está bien guapa ‘Tati’? Me trae cacheteando la banqueta…”. La besó dos veces, y a petición de un público conmovido, le plantó un tercer beso.

La conductora del evento (al parecer “reina del pleonasmo), conminó a ponerse de pie y empezar la cuenta regresiva para el arribo del 11 de julio: “Vamos a prepararnos para recibir el día del aniversario del cumpleaños de Tijuana”. De manera desgarbada, el conteo regresivo lo hizo Honold. Se encendieron luces, tronaron cuentones y sonaron las campanadas de la Iglesia de enfrente. Los niños del Coro Infantil que se aprestaban para entonar las mañanitas, por poco y se queman con la pólvora esparcida.

Los juegos pirotécnicos son los que más felices hacen a las familias y niños, pero le duró poco el gusto, menos de un minuto. De la euforia se pasó al matiz espiritual. Subió al estrado el Señor Arzobispo y pidió la gracia del Señor y bendiciones para nuestra ciudad; sin imaginarse que apneas un rato antes habían sido descubiertos dos ejecutados más y otro individuo fue correteado a balazos y levantado. “ …Bienvenidos a Tijuana…”, sonaba la canción que siempre hacen tocar en estas fechas.

La fiesta se prolongó por una hora más, tiempo en el cual se partió el pastel conmemorativo, el Alcalde departió con la chamacada y hasta hizo que algunos probaran el del pastel para empujarles el rostro en el betún; se dio tiempo para despedirse prácticamente de cada persona. Muchos de los presentes en vez de retirarse se acomodaron un poco más al descubrir que tarde pero llegó la cerveza gratis. La noche se iluminó de colores, pero faltó el rojo intenso hankista.

* Juan Carlos Domínguez

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hilarante, alucinante. Esto es Tijuana mi JCD

Anónimo dijo...

¿O sea que qué? ¿Qué opinaste?
De plano ahora sí fue una crónica porque en ningun lugar te encontré... O tal vez fuiste, pero no estabas.