7.12.10


LOS NUEVOS ALCALDES

ENTRE LAS PROMESAS Y EL LLANTO

Toman priístas Baja California; el Gobernador Osuna junto a Paredes, la líder del PRI

Francisco Pérez Tejada Padilla y Carlos Bustamante Anchondo, se emocionaron hasta el llanto al agradecer a sus padres; Enrique Pelayo se puso beligerante y amenazó –otra vez al gobernador– con que si no le da la CESPE, se verán en los tribunales. Mientras Javier Robles ya se apretó el cinturón y prometió austeridad. Los panistas, los menos en las cinco ceremonias. Osuna Millán, rodeado de tricolores.

TIJUANA:
“LA SABIDURÍA" DE BUSTAMANTE

Nada modesto, el alcalde priísta de Tijuana refirió en su toma de posesión que es tiempo de la “experiencia y la sabiduría”. Le acompañaron en su noche la plana mayor de su partido, además de representantes de la iglesia, el ejército y uno que otro panista desbalagado. Como diría un militante cristiano, entre la multitud que estuvo presente en la toma de posesión: “Que prospere Tijuana y Dios la bendiga”.

Todos de negro formal, olvidadas las prendas rojas y azules en el ropero, panistas y priístas se confundían, era la cúpula política dándole la bienvenida a Carlos Bustamante como alcalde de Tijuana. Gobernador, ex alcaldes, diputados, dirigentes, funcionarios, políticos de todos los pelos y colores estuvieron como invitados de honor.
En el ala derecha de la primera fila, una comitiva que sorprendió y espontáneamente un reportero expresó: “¡Mira!, parece una granja de todo tipo de animalitos”. En este orden muy cerca uno del otro estaban sentados: René Mendívil, el Capitán Gustavo Huerta, Óscar Sanabria, Jorge Hank Rhon, Eduardo Ledezma, Roberto Alcides Beltrones, Monseñor Rafael Romo Muñoz, Jorge Ramos, José Guadalupe Osuna Millán, Carlos Murguía, Ismael Chacón Güereña, Cuauhtémoc Cardona Benavides, Francisco Labastida Ochoa, Beatriz Paredes, el General Alfonso Duarte Múgica, Antonio Valladolid, Eduardo Montero, y Sergio Vera. La promiscuidad política a todo lo que da.
Las seis fuerzas políticas que –supuestamente– se confrontarán en el XX Ayuntamiento fijaron su posicionamiento respecto a las próximas posturas públicas. Julio César Vázquez, regidor del PT; reprochó al gobierno anterior los graves problemas de seguridad, las calles bañadas de sangre, y el hecho de que hubiera más agresión contra los vendedores ambulantes que contra los malogrados policías. Rodolfo Olimpo, regidor del PES, abogó por una mayor justicia social, sin complacencias ni desinformación, refiriendo que los funcionarios que no cumplan son unos “impíos”, y como buen cristiano remató: “que prospere Tijuana y Dios la bendiga”.
La que parecía seguir en campaña, o en un concurso de oratoria escolar, fue Nadja Wehbe, la joven regidora del PANAL, dijo que la educación es la mejor opción, el diálogo la mejor herramienta, la transparencia y rendición de cuentas, menos política y más acción y, sobre todo, ¡pasión por Tijuana, pasión por una carrera! Aplausos…
Del Partido Verde, Mariano San Román antes que nada agradeció a Dios y a su familia. Luego temas ecológicos, desarrollo sustentable, reformas gubernamentales para asegurar la seguridad y la economía; amén de olvidar las diferencias partidistas y “no tener un gobierno de puertas cerradas”. Emocionado remató con un “¡Tijuana exige, nosotros responderemos!”.
Si Ricardo Franco hubiera actuado así en la Cámara de Diputados, otra cosa hubiera sido. El legislador federal del PAN famoso por haber sido el más flojo de la camada bajacaliforniana esta vez habló fuerte y enérgico para defender a la administración panista saliente y “ponerle las peras a veinticinco” a la priísta entrante: “¡Es un error decir que todo lo de atrás no sirve y pensar que la vida empieza ahora!”. Juró: “La alternancia es una realidad, reafirma la victoria moral e histórica del PAN en la lucha por esta ciudad”. Poetizó: “Somos todos un parpadeo en la vida de una ciudad”. Le conminó a Carlos Bustamante no bajar la guardia contra la inseguridad, que tenga diálogo y entendimiento, le prometió que no serán una oposición visceral e irresponsable, “encabeza un gobierno legítimo que nosotros sabremos respetar. ¡Muchas suertes y muchas felicidades!”. Se llevó gran ovación.
Eduardo Parra, regidor del PRI, para variar, volvió a resaltar la alternancia en el poder. Aseguró que con el alcalde priísta no serán cautivos del silencio ni autocomplacientes, “ni sumisos ni obedientes”. “Cero impunidad, cero corrupción y cero tráfico de influencia”.
Cuando le tocó el habla al protagonista de la noche, Carlos Bustamante, el primero de sus agradecimientos fue para la dirigente nacional del PRI Beatriz Paredes. Cuando mencionó a Jorge Ramos se soltó una rechifla y bulla que derivó en el encorvamiento del alcalde saliente apenas al ponerse de pie: “¡fuera… fuera…!”, le gritaron.
Bustamante procedió a emitir su mensaje, parsimonioso, leído muy lento, de primaria, muy accidentado; y aun así, diez cuartillas redactadas por el ex diputado panistapanalista, ahora al servicio de un gobierno del PRI, Antonio Cano.
Pero el mensaje de Bustamante parecía más un informe. Con todo y que no tiene nada que informar, le dio ese cariz ante la insistente pregunta entre los presentes: “¿Le falta mucho para terminar?”
Bustamante fijó como puntos primordiales de su administración la generación de empleos, la reactivación de la economía y el trabajo contra la inseguridad: “Ni permitiremos que la inseguridad ni el crimen organizado estén por encima de las instituciones de Estado”, eran enunciados que el redactor enmarcó con signos de admiración para que Bustamante enfatizara al leerlos, pero el alcalde lo pronunciaba sin énfasis alguno; la gente, por pura intuición aplaudía en esos pasajes.
En su discurso el presidente municipal electo se mostró reiteradamente agradecido con las fuerzas armadas y el trabajo que han hecho en la entidad: “Gracias, mi general Alfonso Duarte Múgica… ¡Gracias, soldados y marinos de México!... ¡Tijuana cree en ustedes!”
Dejó entrever que se pondrán exigentes con medidas erróneas como la del Siave y el control de dólares: “Ya es hora de que la experiencia y la sabiduría local se impongan a la ignorancia y a los caprichos de los escritorios centralistas de México”; leyó de sus hojas sin emoción. Luego pasó al tema del que tres metros abajo, sentado, Jorge Ramos no se dio por aludido: “Estoy consciente de que recibo un gobierno con un enorme endeudamiento”. Explicó que recibió pasivos por 2 mil millones de pesos, lo que significa el 140 por ciento de las participaciones federales que llegan. Por ello anunciará en los próximos días el Programa de Estabilidad y Crecimiento y un Plan de Acción Inmediata.
Terminó el acto, todo fueron aplausos, muchos abrazos y más y más fotografías. Los nuevos funcionarios –y empresarios– se felicitaban y palmeaban mutuamente, hasta los panistas de repente compartían el júbilo: “¿Vas a ir o no vas ir?, dije ‘chingue a su madre’, me cambié y de volada me vine para acá”, expresaba jubiloso el ex alcalde y senador panista Héctor Osuna Jaime. Había que estar ahí a toda costa, aunque fuera fiesta ajena.

(Juan Carlos Domínguez)

ROSARITO:
LA AUSTERIDAD DE ROBLES

En su toma de posesión, el alcalde electo de Playas de Rosarito dijo que su gobierno se caracterizará por prescindir de lujos y privilegios. “¡Yo soy de Rosarito!”, afirmó, “¡y por ello para el quinto municipio viene un gran futuro!

Las sillas eran insuficientes –como los puestos en el Ayuntamiento– para poder sentar a todos los invitados, funcionarios y sus familiares, además de los acarreados de colonias, en el patiecito del Palacio Municipal en Rosarito.
Renegando pero todos reunidos para ovacionar y darle la bienvenida al alcalde electo Javier Robles Aguirre, el “Tito”.
Asiento seguro sí tuvieron los invitados de honor: el dirigente estatal del Partido Verde Eduardo Ledezma, con sus esbirros Juan Macklis y Gustavo Almaraz; los diputados Roxana Soto, Laurencio Dado, Arcelia Galarza, Marco Antonio Galarza y Gregorio Barreto; los dirigentes estatales del PRI, PAN y PES; René Mendívil, Ismael Chacón y Alfredo Ferreira, respectivamente. Invitadísimo de primer nivel, el gobernador José Guadalupe Osuna Millán, quien, salvo los guaruras que lo rodeaban, pareciera que llegó muy solitario. Otras distinguidas presencias fueron las de Cuauhtémoc Cardona Benavides, secretario de Gobierno; el ex gobernador de Coahuila, Eliseo Mendoza Berrueto, en representación de la dirigente nacional priísta Beatriz Paredes; y, el más aplaudido de la tarde –igual o más que el alcalde electo– Jorge Hank Rhon.
Los asistentes se pusieron todos de pie al anunciar al presidente municipal entrante Javier Robles Aguirre, haciendo pasarela y quien se tomó todo su tiempo para subir al presídium, en cuyo muro se leía “V Ayuntamiento: Un gobierno más cerca de ti”. Las esposas de los próximos regidores y funcionarios, emocionadas y sonrientes, tomaban fotos de sus amados, a metros de distancia y fuera de foco.
Pasado el ritual de tradición, el de los honores a la bandera, el himno nacional y hasta cantos operísticos; el presidente municipal electo tomó protesta para cumplir con el protocolo. Apegándose a las formas, pero traicionado por su voz y proceder atrabancado y hasta rural: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución…”, y lo que sigue de rigor: “… si no que me lo demande la sociedad…”.
Ya en su mensaje personal para la concurrencia, y para el pueblo rosaritense en general, los nervios hicieron errar a Javier Robles, presentó a Roxana Soto como presidenta del Congreso del Estado, no como representante de la presidente Nancy Sánchez. Procedió: “Este acto encarna sueños y simboliza compromisos”, refirió.
Agradeció a todos los que se sumaron a su causa y lo hicieron llegar hasta el día de su toma de protesta: “Estoy claro del apoyo que recibí particularmente de las mujeres…”, para qué quiso más, entre un auditorio presto a la sensiblería, los aplausos y hurras interrumpieron a Javier Robles. Así fue durante algunos lapsos de su discurso. El “Tito” nomás balbuceaba “gracias”.
En más de su presentación, el alcalde electo se refirió al Plan de Desarrollo Municipal que seguir, según prometió, con honestidad y compromiso. Se atrevió a afirmar que su gobierno será sin lujos ni privilegios, “completamente austera”, remarcó y se ganó una fuerte ovación.
El alcalde priísta de Rosarito se dirigió al panista gobernador del estado. “Le reconozco su investidura”, le aclaró. Y le fijó que al mandatario estatal le corresponde gobernar junto con el presidente municipal, con la misma responsabilidad: “A usted lo eligieron, y a nosotros también nos eligieron”. Lo conminó a “una genuina y eficaz colaboración. Saber gobernar es también escuchar…”, remató.
Adelantando lo que será su administración, Javier Aguirre procedió sin respiro a enumerar las pautas que cumplirá. La seguridad en la misma –y buena estrategia– que han seguido los distintos municipios de la entidad; un gobierno joven “de nuevas ideas y nuevas decisiones; funcionarios que vienen con el objetivo de cumplirle a la ciudadanía; la reactivación de la industria inmobiliaria; reforzar los mercados naturales y establecer alianzas estratégicas para alentar al turismo; ser un vigilante convencido de la fiscalización y rendición de cuentas, trabajar por los derechos humanos”, pues dice que en su mente nunca descansa el recuerdo de los que tienen “hambre, pobreza y marginación”. “¡Yo soy de Rosarito!”, enfatizó, “¡y por ello para el quinto municipio viene un gran futuro! “.
Concluido el acto formal se invitó a los presentes a continuar con una verbena popular; carpas, sodas, birria, música guapachosa, y largas filas; el próximo director de Relaciones Públicas sirviendo comida y haciendo planes para seguirla en “El Pelícano”, y los funcionarios –salientes o entrantes, da lo mismo– presumiendo la bonanza que les ha traído vivir en un país democrático. “Abajito de las gorditas de La Lupita están construyendo una casa de tres pisos. Ésa es la mía…”.

(Juan Carlos Domínguez)

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