8.3.07

Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez


El Toreo de Tijuana es la manzana de la discordia ahora. Historiadores, empresarios, líderes de asociaciones civiles y funcionarios tanto del estado como del municipio, están metidos ahora en el tema de la demolición de ese inmueble. Para el resto de los tijuanenses, frente a otros temas, la plaza de toros como edificio histórico, no parece interesarles mayormente. Igual porque los tijuanenses de sepa cada vez son los menos. En una ciudad de tanto advenedizo, obvio, no hay arraigo, no hay sentido de pertinencia.
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El Toreo de Tijuana no es propiedad del Ayuntamiento, dijo lavándose las manos David Navarro, director de Administración Urbana del Municipio. El coso pertenece a particulares y ellos pueden hacer lo que quieran con él. Así que órale, duro con él, échenselo, seguramente dijo, claro, en términos más protocolarios.
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Al gobernador del Estado se le avecina “un broncón”, sentenció Aída Anchando, presidenta de la asociación “Unidos por Tijuana, 100 años de esfuerzo”. Porque existe una Comisión de Preservación del Patrimonio Cultural, incrustado dentro del ICBC, pero para variar estaban “dormidos en sus laureles”. De hecho llevan 12 años amodorrados en un asunto que evidentemente resulta poco atractivo a los funcionarios. El asunto es que si el gobierno del estado hubiera ordenado detener la demolición del Toreo de Tijuana, el Municipio hubiera tenido que acatarlo. Pero ni enterados estaban.
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Cualquier pretexto es bueno para el arguende y los pleitos partidistas. A lo de las multas electrónicas, lo de los asaltantes vestidos de rojo; y todo ese circo en el que están envueltos panistas y priístas, rojos y azules, funcionarios municipales y funcionarios estatales; se suma el Toreo de Tijuana. Ahí hay un buen pretexto para que entre los dos niveles de gobierno se sigan achacando culpas: Unos por ineptos, y otros por intransigentes. O todos por ambos defectos. Eso si, no faltaría material y a seguir cocinando notas calientitas en los medios todos los días, tal como ocurre hoy en base a la epidemia de declaracionitis contra la que ningún político parece estar vacunado.
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Pero para casos curiosos, los del Municipio. Apenas un día antes se anuncia la inauguración de una exposición plástica en el Antiguo Palacio Municipal o bautizado ahora como “El Palacio de la Cultura”. La artista es la poco ubicable Sylvia Pardo; la exposición es en un día martes, lluvioso y frío, en el pleno centro de la ciudad. De casualidad paso por ahí, y el despliegue de autos de lujo y seguridad afuera es inusual y llamativo. Entro y la ceremonia la preside el Alcalde Jorge Hank Rhon. “!Ah caray!, ¿pues quién es la que expone?”, me pregunto. Luego averiguo y las respuestas son sigilosas y tímidas. Atinan a decirme que es “la apoderada” o algo así de Hank. El acto cultural, termina pues, siendo otro más de los convites sociales del edil. Hasta catalogo de la muestra presentan, editado por el Ayuntamiento, con los consabidos colores del partido adornando la esquinita de la portada, y la presentación de Jorge Hank analizando la obra de la artista. Van tres eventos concurridos y glamorosos en el nuevo espacio. No parece el de todos los tijuanenses como pregona el Alcalde. Es más, hasta un priísta expresó: “Es el nuevo zoológico de Hank”. ¿Qué habrá
querido decir?

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