26.4.11







LOS "NIÑOS BIEN" DE LA POLÌTICA
Guadalupe Loaeza está muy escéptica de los “juniors” ahora en el poder y en los Partidos.


A propósito de la publicación de “Las niñas bien 25 años después”, donde Guadalupe Loaeza revive el tema de las mujeres mexicanas de la alta sociedad, pero las de la nueva generación, ZETA inquirió a la también periodista para que se refiriera también a los “niños bien” de la política, que andan muchos por ahí.

Antes hay que recordar que el libro original –“Las niñas bien”– aparecido en los años ochenta, despertó interés, incomodidad y hasta indignación, entre el público que se sintió aludido con las crónicas de Loaeza que desnudaban los usos y costumbres de las damas de las clases altas. La premisa ahora, en pleno inicio del milenio, es que la frivolidad de sus protagonistas es lo único que no ha cambiado. Eso sí, las mujeres de la “high class” ahora son más libres, menos conservadoras, más participativas, “y votan, no necesariamente por el PRI o por el PAN, sino que son las del ‘voto nulo’”, precisa la autora.

Como “jóvenes muy ambiciosos, muy dinámicos, con ganas de comerse el mundo” pero no en aras del bien común, es como describe Loaeza a los “niños bien” de la política mexicana actual. Aunque no es tan niño, dice que Santiago Creel sería como el padre de todos, refiriéndose en particular a los “juniors” del PAN, de los que no muestra mucho entusiasmo: “Son niños bien nueva generación, niños bien que no tienen los valores que tenían los fundadores del partido; sus valores nada tienen que ver con ese PAN de los años cuarentas, cincuentas o sesentas, donde había un compromiso, una vocación por servir, por seguir luchando para que no les robaran las urnas”.

Habla con conocimiento de causa: “Mi padre fue fundador del PAN junto con don Manuel Gómez Morín en el 39, todos aquellos que participaron eran hombres muy comprometidos con el país, tenían una vocación, un apostolado, porque perdían siempre las elecciones; perdían y perdían, era la lucha constante, el combate, pero eran familias de las clases medias altas las que empezaron a participar en el PAN. Fueron familias muy burguesas que se organizaron para formar este partido y ser la oposición del PRI después de la nacionalización del petróleo. Había toda una ideología”.

Pero ahora: “Son jóvenes muy protagonistas, su valor más importante es el dinero, y son jóvenes muy de derecha, muy conservadores. Por ejemplo una Mariana Martínez del Campo es de un conservadurismo total, o una Gabriela Cuevas, no quieren que las cosas cambien. Ahora los panistas, sean ‘niños bien’ o no sean ‘niños bien’ cuando se trata de elecciones, como aprendieron mucho la lección y batallaron tanto para llegar al poder, son terribles. Los panistas son peores, mucho peores que los priístas”.

A propósito de “presidenciables”, Loaeza opina del secretario de Educación, Alonso Lujambio: “Es un muchacho muy educado, muy correcto, lo llevas a un congreso internacional y ciertamente hace un buen papel, pero no es ese secretario de educación como fue, ¡desde luego!, José Vasconcelos, Torres Bodet, incluso Miguel Limón, como fue Fernando Solana. A Lujambio le falta oficio, es un señor que tiene la concepción del país un poco limitada, no es alguien que tenga una personalidad fuerte, que quiera realmente cambiar las cosas. Es un señor muy panista, incluso conservador”.

Al mencionarle a otros panistas de la “nueva ola”, la también columnista de Reforma se detiene en César Nava, diputado y ex dirigente nacional del PAN: “¡Ay!, César Nava para mí es una pesadilla, pero es una pesadilla ¡en serio!, muy aburrida, porque hay pesadillas que son muy intensas y pueden ser interesantes”. Y en relación al condominio de costo millonario que el panista no pudo justificar, ataca: “Además es un hipócrita, doble cara. Mire, los panistas de ahora nada tienen que ver con los panistas de antes. Son personas de una mediocridad, clasemedieros, ¡ay no!, vea en qué grado nos encontramos, por la falta de expresión, la falta de oficio, los panistas son… cómo podría decir… ¡de una mediocridad!…, no hay de otra”.

Sobre los niños tricolores externa: “Los del PRI tienen mucho más colmillo, digo, nos gobernaron más de 70 años, y es evidente que sí tienen más oficio. Por eso me da miedo pensar que no puedan haber cambiado. Vea usted la toma de posesión del gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, era el priísmo en la más pura expresión, pero, ¡claro!, lo hacen muy bien, traen la habilidad de años atrás”.

Hablando de candidatos jóvenes, se remite al caso del Estado de México donde al “niño bien” por antonomasia, lo sacrificaron por Eruviel Ávila, priísta de “la tradición del esfuerzo”, como se dice: “Yo lo prefiero a él; Alfredo del Mazo era un horror, porque, pobre muchacho, no proyectaba gran cosa, más que su rostro, que era muy bonito obviamente, podría ser como una escultura griega, muy bien parecido, pero nada que ver. Hicieron muy bien en cambiar de candidato”.

Y al referirnos a la nueva generación de políticos priístas, necesariamente al líder moral de éstos, por lo menos a la luz de los reflectores: “Yo tengo muchas lecturas respecto a Peña Nieto. Comprendo que resulte llamativo, carismático. Yo lo que le reprocharía es que todo lo tiene que hacer tal como le dicen que tiene que hacerlo. No sé qué tan espontáneo. No hay realmente una pasión en él, es un poquito acartonado, y qué pena porque es muy joven. Yo si le recomendaría que fuera más espontáneo, con un poquito más de sentido del humor, que fuera más fresco. Aunque sí reconozco que es muy bien parecido, eso sí no puedo dejar de reconocerlo”.

— ¿Y eso es suficiente para que sea Presidente? Porque pareciera que ya conquistó a mexicanos, a los medios y analistas.

“¡No… no!, para nada, lo critican mucho, su pelo, por qué se peina así, ningún niño bien se pone ese copete, se lo prometo. Y menos su novia… ¿Amapola?… Gaviota, ésa no es una niña bien”.

Se le apunta a Guadalupe Loaeza que donde se advierte a muchos “juniors” es en el Partido Verde: “Desde luego. Pero lo que pasa es que me parecen tan inexistentes, y el Partido Verde me parece también tan inexistente y tan oportunista y tan poco serio, que ni siquiera los mencioné, pero por supuesto que ahí encuentran un espacio para el protagonismo, hay dinero, salen en las revistas, en Quién, salen retratados en el club social”.

Y el Panal por el estilo: “Bueno, ahí hay jóvenes que sí quieren participar y quieren de alguna manera contribuir. ¿Son partidos horribles?, ¡no!, porque hay jóvenes que están ahí y que también forman parte de la ciudadanía, es lo que a mí me interesa. A mí lo que me inspira desconfianza es el origen del partido y cómo se sirven, y que están ahí no porque tengan una ideología o porque les importen los votantes, sino para hacerle la balanza a otros partidos. No sé por qué tienen tantas adhesiones esos partidos, yo creo que porque tienen mucho dinero, imagínese”.

— ¿Y con un Jorge Kahwagi como dirigente nacional?

“¡Ah! De ese Kahwagi, qué se puede esperar de él, nada más dígame, no, a ése nunca lo consideré niño bien, porque, mire, es un muchacho… más bien parece “nini”, no tiene ni pies ni cabeza, no tiene estructura, es un joven muy superficial. A mí me parece un personaje nada atractivo, nada”.

— ¿Y en el PRD no hay “niños bien”?

“¡Cómo no! Marcelo Ebrard. ¡Cómo que en el PRD no hay!”.

— ¿Bajo esta nueva generación de políticos qué nos espera para México?

“¡Híjole! Yo estoy temerosísima. Yo creo que no lo conocen; no lo conocen, no lo quieren, no les importa. Estoy muy escéptica con respecto a la nueva generación de políticos”, concluye.


Juan Carlos Domínguez

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