10.5.07

Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez

Hasta a mí me enternecieron. Ahora sí se volaron la barda con los anuncios que le hicieron al candidato Jorge Astiazarán.
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Pero para escenas de ensueño, las de los panistas, durante sus elecciones internas del domingo pasado. Todo era fraternidad y bienaventuranza. Los candidatos saludaban con sonrisa de oreja a oreja, y buscaban la foto al lado del simpatizante más desvalido. El ambiente era de fiesta, entre hot dogs, tacos, hamburguesas, sodas, y hasta “brincolín”. Era el panorama paradisíaco, como para exorcizar al “enemigo que está afuera” que tanto pregonan.
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Quisieron irse con todo los del PAN. Llegaron como marabunta, políticos y familias, aspirantes y suspirantes. Que no se les quedara ningún voto fuera. Hicieron salir hasta a los enfermos para que fueran a votar. Se vio a algunos llegar en sillas de ruedas. Por poco y hasta a Don Salvador Rosas Magallón hacen regresar.
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Pero, pues hasta en el cielo hay niveles, clases. Y los Magallones –conocidos ya por muchos como los ‘ma-agandallones’, no podían faltar. Yendo y viniendo con el envanecimiento que los caracteriza. Sintiéndose la encarnación viva de los postulados del partido. Y tras de ellos el séquito de plebeyos que aspira a ingresar a la nobleza celeste.
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¿Coincidencia o mera naturaleza triunfadora? El caso es que de entre todos los candidatos, a los que por momentos les traicionó la altivez durante la jornada, fue precisamente a José Guadalupe Osuna Millán y a Jorge Ramos, los candidatos ganadores –porque ese cuento de que ‘los que ganamos fuimos todos los panistas’ que se lo crean ellos-, que a diferencia del resto de sus contrincantes y de las personas en general, se hicieron los occisos y no se formaron en la fila de dos horas para votar. Kiko Vega andaba haciendo lo mismo, pero un oportuno consejo al oído o el mero instinto le hicieron recordar que era el candidato de la sonrisa y las buenas maneras, y ahí va pa´tras: “¡Él sí hace cola!”, presumió alguien. Y vaya que seguirá haciéndola.
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La fiesta y el jolgorio no tenían para cuándo. El día era soleado y jubiloso. Mas la hora de la verdad se iba acercando. Entonces sí, los nervios no opacaron pero sí le pusieron adrenalina al día. La incertidumbre empezó a dibujarse en los rostros de algunos. Por desgracia no todos caben en la gran arca del presupuesto oficial. Son casi mil 400 panistas. Así, mientras unos hacían planes y negociaban puestos públicos, otros ya empezaban a contemplar opciones para emplearse, a partir del lunes, en actividades más mundanas que la nómina gubernamental.
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Mas todos tienen su corazoncito, no nada más los políticos que aspiran al puesto inmediato. Están los meros simpatizantes, esperando el día de lograr su afiliación al partido. Los chamacos, esperando cumplir la mayoría de edad para ingresar a la cúpula blanquiazul. Y las mujeres, las más jóvenes y lucidoras, pavoneándose entre tantos promisorios caballeros de la política, porque las hay, claro que sí, que sueñan, literalmente, con un príncipe azul: un galán panista con todo el futuro por delante. O por lo menos por los próximos tres o seis años.-

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