Pan y Circo
Juan Carlos Domínguez
Es un total fracaso la avenida Revolución. Locales abandonados, artesanía y chucherías empolvadas, vidrios rotos, y el lamentable espectáculo de “los jaladores” hostigando para que los turistas pasen a ver el “show” inexistente. Es el narcomenudeo y los “conectes” lo que en realidad sostiene los últimos hálitos de la zona. Los comerciantes organizados cuando protestan y lloriquean deberían empezar por eso, por limpiar el cochinero en torno a sus negocios.
Tristemente célebre Avenida Revolución. Como nunca aplica tan certeramente el calificativo, porque ni siquiera la historia la puede absolver. Su estado nunca había sido tan deplorable. Lo único que funciona actualmente en la Avenida Revolución es el Sanborns ¡ah!, y por supuesto, Las Pulgas. Este último es el antro que más cantidad de cervezas en Latinoamérica.
Pero ya ni el Sanborns es igual. El café y tienda departamental más socorrido por intelectuales, abogados, seudo intelectuales, políticos, chilangos, reporteros, lugar de encuentro para parejas convencionales, y en general todo aquel asiduo a perder las horas y horas en el cafecito; se había caracterizado desde siempre por el desenfado en el trato y la seguridad. De lo pocos lugares donde –todavía- se permite que los clientes lean, hojeen, y maltraten libros o revistas sin que esté molestando el dependiente; o también donde era posible dejar el automóvil en su estacionamiento e irse a otro lugar, sin el control estricto de que hay que hacer la compra en el negocio de Carlos Slim para que te puedan sellar el boletito. Esas cualidades aún prevalecen, pero algo ha cambiado. Por ejemplo, el séquito de vigilantes, que te flanquean desde el área de discos y ya no te sueltan hasta llegar a los libros; característica que ahora se puede advertir hasta en las tiendas Dorians, con eso que ya son del mismo “papá”, y donde por cierto, las atractivas cajeras fueron cambiadas por cajeros tipo “sanborns”, es decir, trajeaditos (tipo burócratas), amanerados y perfil chilango.
El Sanborns es refugio de adictos. Concretamente de los cafeinómanos, que son capaces de estarse ahí las horas, tomándose diez, quince tazas de café, por el precio de uno. Hay personas que incluso ahí “despachan”, es decir, agarran el café del Sanborns como su oficina particular, con mesa, meseras folclóricas y café caliente todo el tiempo.
La “grilla” a todo lo que da, también se gesta bajo el techo de las tiendas de los tecolotitos. Muchos acuerdos políticos se han firmado en esas mesas, y muchas frustraciones políticas también. Se cuenta que hace tres años allí frente a una tacita de café quedó plantado Jorge Hank cuando un escritor local lo citó para presentarle su propuesta de cultura al zar de las apuestas. Casi iba por la recta, -con el espaldarazo de Octavio Corona Flores-, pero al intelectual aspirante a funcionario le entró pánico escénico y Hank se regresó muy triste, en su Mercedes Benz y con su séquito de guaruras. Luego extrañamente, semanas después el susodicho escritor y el ya Alcalde de Tijuana protagonizaron, tomados del brazo, la marcha de las antorchas juaristas, y los masones de Tijuana le entregaron un reconocimiento al hijo del Profesor por su gobierno “tolerante, progresista y respetuoso”. “Es la primera vez en la historia que la masonería mexicana que se hace esta clase de reconocimiento a un presidente municipal en toda la República”, presumieron en su momento.
“El Peje” también tuvo presencia omnipresente en el Sanborns de la Revolución. Como ejemplo, a mí me tocó ver cómo sus simpatizantes en Tijuana (con nombres y apellidos) y toda clase de oportunistas adheridos, hacían planes en esas mesas, para festejar en un viernes el triunfo de Manuel López Obrador que llegaría hasta el domingo de elecciones. Nunca se lo esperaron, la historia que ya todos conocemos.
Tristemente célebre Avenida Revolución. Como nunca aplica tan certeramente el calificativo, porque ni siquiera la historia la puede absolver. Su estado nunca había sido tan deplorable. Lo único que funciona actualmente en la Avenida Revolución es el Sanborns ¡ah!, y por supuesto, Las Pulgas. Este último es el antro que más cantidad de cervezas en Latinoamérica.
Pero ya ni el Sanborns es igual. El café y tienda departamental más socorrido por intelectuales, abogados, seudo intelectuales, políticos, chilangos, reporteros, lugar de encuentro para parejas convencionales, y en general todo aquel asiduo a perder las horas y horas en el cafecito; se había caracterizado desde siempre por el desenfado en el trato y la seguridad. De lo pocos lugares donde –todavía- se permite que los clientes lean, hojeen, y maltraten libros o revistas sin que esté molestando el dependiente; o también donde era posible dejar el automóvil en su estacionamiento e irse a otro lugar, sin el control estricto de que hay que hacer la compra en el negocio de Carlos Slim para que te puedan sellar el boletito. Esas cualidades aún prevalecen, pero algo ha cambiado. Por ejemplo, el séquito de vigilantes, que te flanquean desde el área de discos y ya no te sueltan hasta llegar a los libros; característica que ahora se puede advertir hasta en las tiendas Dorians, con eso que ya son del mismo “papá”, y donde por cierto, las atractivas cajeras fueron cambiadas por cajeros tipo “sanborns”, es decir, trajeaditos (tipo burócratas), amanerados y perfil chilango.
El Sanborns es refugio de adictos. Concretamente de los cafeinómanos, que son capaces de estarse ahí las horas, tomándose diez, quince tazas de café, por el precio de uno. Hay personas que incluso ahí “despachan”, es decir, agarran el café del Sanborns como su oficina particular, con mesa, meseras folclóricas y café caliente todo el tiempo.
La “grilla” a todo lo que da, también se gesta bajo el techo de las tiendas de los tecolotitos. Muchos acuerdos políticos se han firmado en esas mesas, y muchas frustraciones políticas también. Se cuenta que hace tres años allí frente a una tacita de café quedó plantado Jorge Hank cuando un escritor local lo citó para presentarle su propuesta de cultura al zar de las apuestas. Casi iba por la recta, -con el espaldarazo de Octavio Corona Flores-, pero al intelectual aspirante a funcionario le entró pánico escénico y Hank se regresó muy triste, en su Mercedes Benz y con su séquito de guaruras. Luego extrañamente, semanas después el susodicho escritor y el ya Alcalde de Tijuana protagonizaron, tomados del brazo, la marcha de las antorchas juaristas, y los masones de Tijuana le entregaron un reconocimiento al hijo del Profesor por su gobierno “tolerante, progresista y respetuoso”. “Es la primera vez en la historia que la masonería mexicana que se hace esta clase de reconocimiento a un presidente municipal en toda la República”, presumieron en su momento.
“El Peje” también tuvo presencia omnipresente en el Sanborns de la Revolución. Como ejemplo, a mí me tocó ver cómo sus simpatizantes en Tijuana (con nombres y apellidos) y toda clase de oportunistas adheridos, hacían planes en esas mesas, para festejar en un viernes el triunfo de Manuel López Obrador que llegaría hasta el domingo de elecciones. Nunca se lo esperaron, la historia que ya todos conocemos.
5 comentarios:
Que pinche desazon contra los chilangos y Sanborns. Pero, la verdad es que tienes razón cuando dices que al encontrarse un defeño fuera de la capital y ve un resto de Slim, pues ya valió. Irá y pedirá su cafecito. Ya ves hasta el halo pejista ronda.
hola juan carlos
gracias por enviarme las columnas
oye creo que quiero trabajar con esa cosa de la revo
aunque no hay palabra tan pitoresca como fracaso
ni modo
o pues creo que ya funciona la pagina de escritores traducidos http://tijuanagringo.com/escrits/tjwrit01.html
(a ver chekalo Dani que no mancho mamo yo)
chin escribi mal la direccion es http://tijuanagringo.com/escrits/tjwrit01.html
QUE ONDA BATO
VISTE A FERNANDO SUAREZ EL PAPA DEL SOLDADO?
VIENE LLEGANDO DEL DF
www.guerreroazteca.org
del foro social
viste hoy renteria en la jornada?
kiuvo compadre, lo felicito por su columna ya sabe,
es tambien pretexto pa saludarlo y pos a ver cuando nos vemos
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