13.5.10


Caso Lemus: DEL OLVIDO AL NO ME ACUERDO

Simplemente “renunció” quien delató intervención del Gobernador y Alcalde en la elección interna del PAN

Si alguien ya tenía claro vivir del presupuesto y aprovecharse de su cargo por tres años más, ése era Gustavo Lemus, ex titular de la Dirección de Inspección y Verificación Municipal. Ya si no, el mismo Carlos Torres lo anunció ya perfilado como candidato oficial: “Gustavo Lemus es otro buen elemento que debe continuar en el Ayuntamiento…”; ni el susodicho se la creía. Pero el contento le hizo aflojar la boca sin imaginarse que lo iban a grabar en conversación telefónica con un propietario de cantinas de la Zona Norte. El mismo día que en un acalorado debate en el Hotel Camino Real los contendientes panistas Alejandro Monraz y Javier Castañeda acusaban a Carlos Torres de recibir todo el apoyo del Presidente Felipe Calderón y el gobernador José Guadalupe Millán, mientras el joven ex legislador lo negaba; Gustavo Lemus lo confirmaba en una llamada: “el alcalde y el gobernador son los verdaderos operadores de su campaña”. Describió sin tapujos, incluso campechanamente, cómo les ofrecían dinero a algunos funcionarios y militantes, a otros los amenazaban, y hasta ofrecerles el doble de sueldo: “Y como hay un chorro de presupuesto… ¡se va a poner chingón!”.
Exhibida en la prensa su “gran revelación”, no hizo más que desaparecerse –dicen que hasta de vacaciones a las playas del sur llegó–, abandonar el puesto durante un mes, y sólo regresar para supuestamente renunciar por “motivos personales” y dejarle su cargo al segundo de a bordo, Mario Bórquez, quien se estrenó queriendo lucirse muy combativo en el bar “Las Pulgas”. Bórquez, por cierto, a quien señala también con no muy honestos antecedentes.
Pero al margen de los chismes y caída de Lemus, ¿qué hay de los señalados, Ramos y Osuna Millán? Nada. Ni oyeron, ni vieron, ni se enteraron de nada. No solamente desestimaron el caso –al menos a luz pública– sino que incluso cerraron su “operación” electoral tal como la planearon, “y si te vi ni me acuerdo”. El único que dio la cara en su momento y sólo para constatar que los panistas “nos podremos destrozar pero jamás nos haremos daño”, fue Daniel de la Rosa Anaya, dirigente estatal del PAN, para advertir que el partido no puede impedir que funcionarios militantes continúen en sus cargos. Eso a propósito también del diputado Víctor Gónzalez Ortega, que regresó “aguantándose” la vergüenza. Excusó el dirigente que no había manera de comprobarse que Lemus haya dicho lo que dicen que dijo. Y punto.
La desvergüenza del PAN-Gobierno por un lado, la apatía de la ciudadanía por el otro, así como la incompetencia de los partidos opositores, contribuirán a ponerle el consabido fin a este episodio: El olvido. Ya pasó, ya qué. Un grave señalamiento de elección de Estado que seguramente implicaría a poco que se lo propusieran una denuncia de delito electoral y, a la postre, una senda sanción para el partido y los funcionarios implicados. Pero ni de qué preocuparse la autoridad electoral; podrán seguir dormidos en sus laurales por lo que resta de la elección; y las que sigan.

(Juan Carlos Domínguez)

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