20.7.10



Al borde de las lágrimas, Carlos Torres aceptó su derrota ante Carlos Bustamante.

GANÓ EL HARTAZGO

Políticos, analistas, candidatos, ex candidatos, han dado sus reflexiones. La más común, incluso la confirmó el gobernador Osuna Millán: el electorado dejó de creer en los gobiernos del PAN. En estas condiciones, Carlos Bustamante encabezará el gobierno priísta de Tijuana. Por lo pronto dijo, llamará a los colegios de abogados, para que le ayuden a revisar al ayuntamiento saliente. No vaya a ser.

La ventaja electoral el domingo 4 de julio, siempre estuvo del lado de Carlos Bustamante Anchondo, el candidato del PRI-Verde Ecologista.
Desde las primeras urnas que fueron contados sus votos, el priísta llevó la delantera. El candidato del PAN, Carlos Torres Torres, sólo llevó una ligera ventaja en las encuestas de salida que su partido pagó a la empresa ARCOP. Al final se supo. Fueron engañados. Se la creyeron y en conferencia de prensa quedaron mal. Se asumieron ganadores cuando sabían que habían perdido.
Más recatado el que sí iba arriba en los votos. Carlos Bustamante no dio albazo. Prefirió esperar a que el número de actas computadas le ofreciera la certeza del triunfo para salir a dar una conferencia, donde justo sea decirlo, Bustamante y sus colaboradores y familiares, fueron avasallados por los priístas oportunistas que no apoyaron en la campaña pero que reaparecieron la noche del 4 de julio, como René Mendívil Acosta, Fernando Castro Trenti, y el Verde y diputado federal a la fuerza, Eduardo Ledezma Romo.
En la elección de Tijuana votó menos gente. La abstención aumentó casi al 70 por ciento (en 2004 y 2007 estuvo en el 64 por ciento) y el voto nulo aumentó a 9 mil votos (el doble al de 2004). Sin embargo, Carlos Bustamante, de la coalición encabezada por el PRI, superó a Carlos Torres del PAN con más de 15 mil votos, que aunque se puede considerar un resultado “apretado”, no es tanto, considerando que en 2004 Hank le ganó a Ramos con 4 mil 802 votos, y en 2007 Ramos a del Monte con 7 mil.
Pese al abstencionismo y a los votos nulos (que en esta elección se explican más en términos de protesta que en ignorancia a la hora de emitir el sufragio), los panistas no tenían mayor dificultad en salir airosos, confiados en su “voto duro” que, en efecto, les garantizaba el triunfo. Pero evidentemente en esta elección ni los panistas votaron por los mismos panistas. Votó menos gente, y la que votó –la mayoría– no lo hizo por el PAN. Podría decirse bajo este análisis, que no ganó el PRI, que se castigó al PAN; al gobierno vigente. Al menos así lo explicó el gobernador José Guadalupe Osuna Millán cuando un día después de las elecciones, decidió dar la cara.
Ganó Carlos Bustamente, porque se impuso el sentimiento de hartazgo, de descontento de lo tijuanenses agraviados por su gobierno.
Menos se pueden decir triunfadores los ahora diferentes candidatos del tricolor; ante un electorado que no tiene la cultura del voto diferenciado, los “arrastró” el triunfo de la elección de alcalde, porque evidentemente muchos de ellos ni hicieron campaña. No existió hoy el mentado fenómeno de la “marea roja”, o sucesos tipo “rufomanía” cuando se trata del arrastre de un candidato por sí solo. Carlos Bustamente estuvo más tiempo solo que acompañado de la campaña; más que al PRI y la estructura organizativa a su alrededor, la explicación de su triunfo se centra toda en las razones de la derrota del PAN.

PRI: TRIUNFO SORPRESIVO HASTA PARA ELLOS

Muy contrario a la soledad que lo rodeó en su campaña las más de las veces, Carlos Bustamente se vio arropado por los priístas que llegaron en tropel a felicitarlo: Y a felicitarse mutuamente ante un triunfo que, ahora sí, sentían merecer todos.
Mas la jornada del 4 de julio no empezó con los mejores augurios para el partido tricolor. Coincidiendo con el horario de apertura de las casillas electorales, un tramo del boulevard Aguacaliente fue acordonado por policías municipales, desde la entrada al fraccionamiento Chapultepec hasta el Campestre, precisamente dentro de “los dominios” del candidato Bustamente, donde se localiza su hotel y ubicó su casa de campaña. La información oficial fue que el operativo obedeció a una fuga de gas; el PRI por su parte lo atribuyó a tretas del gobierno panista para enrarecer el clima electoral. Y efectivamente, algo muy característico de Jorge Ramos, como cuando el día del debate de la COPARMEX –por cierto muy panista en la campaña– sitiaron el frente de las Torres, con transporte público.
A las 11 de la mañana del 4 de julio, la casilla 0884 lucía como todas las de la ciudad, desolada. Nada de fila de ciudadanos –como otros años– dispuestos a votar. Era la casilla de quien seis horas después, se convertiría en el virtual ganador a la alcaldía de Tijuana. Rápido cayó el mediodía. A la una de la tarde René Mendivil, dirigente estatal del PRI, encabezó una rueda de prensa que abrió con palabras solemnes: “Nos gustaría reportar que la jornada ha transcurrido sin incidentes… pero no es así”. Como una “una campaña de miedo” calificó el dirigente priísta al recuento de eventos que contra su partido ya se habían acumulado en las primeras horas:
La orden de presentación para su candidato a alcalde en Rosarito; el arresto de una militante; los convoyes de policías municipales y ministeriales rondando por la ciudad; simpatizantes del PAN disfrazados de rojo o verde para fabricar pruebas contra los priístas, como el hecho de ofrecer hasta mil pesos por voto –“cuando sabemos que aquí el que hace eso es el PAN”–; “rumores ridículos” sobre renuncias de sus candidatos; encuestas de salida elaboradas “por empresas que para nadie es un secreto sus vínculos con el gobierno”; y claro, la acción con la que amanecieron, el bloqueo por dos horas de un kilometro aledaño al Grand Hotel: “Ahora sabemos que hay que reportar fuga de gas para que sí llegue la policía”, externó con ironía.
René Mendivil aseguró que no pensaba llegar al extremo de judicializar el proceso electoral; que la afectación a los resultados –que aseguraba los iban favoreciendo, aunque los reporteros poco le creían– sólo podrían valorarla hasta el final de la jornada.
Pasadas las 4 de la tarde los panistas presumían una ventaja de 3 a 1; mientras los del PRI aseguraban 2 a 1. Pero el semblante de los del tricolor, candidato, suplente y dirigente, no era muy entusiasta. Las derrotas de largo tiempo acumuladas les dictaban ser prudentes, de más. En el lobby del Grand Hotel circulaba uno que otro; el equipo de asistentes en la sala de prensa de Bustamente todos muy callados. Ni cantaban victoria, ni se daban por muertos.
A las 6 de la tarde convocaron a una segunda rueda. Repitieron la relación de actos de campaña sucia en su contra, más los que se acumularon con las horas. El “agandalle” del PAN al anunciar su triunfo apenas pasadas las 3 de la tarde, y el supuesto robo de urnas por parte de los priístas. Eliseo Mendoza Berrueto, ex gobernador de Coahuila, dinosaurio del PRI, dijo lo increíble viniendo de él. Denunció contra el gobierno local: “Pareciera que estamos regresando a los tiempos de la barbarie”. El dirigente estatal René Mendivil argumentó que el PAN provocó el robo de urnas precisamente cuando vieron que iban bajos en votos y en casillas históricamente para el PRI. Intentos fallidos y actos todos de “desesperación”, sentenció.
Descartó que buscarían anular la elección, respondió tajante: “No. Vamos a ganar”. Adelantó muy sesgadamente que el PRI iba ganando en todos los municipios, y dado al tono de su discurso durante toda la precampaña y campaña, poco convencimiento provocó ante la prensa: “Tengan por seguro que Carlos Bustamante estará más tarde aquí y él sí será ‘el nuevo presidente municipal de Tijuana’”.
De repente fue una corredera de todo el mundo hacia el Lov-e Lounge del Gran Hotel. El anuncio de algo importante. ¿Pero siendo apenas las 7 pasadas? Por eso Arturo Gónzalez, vocero de la campaña de Carlos Bustamante, advirtió –solicitó– antes de autorizar la entrada a la marabunta de reporteros: “No es rueda de prensa, por favor comprendan”. Sin embargo de algún rincón surgió un grito: “¡Ya ganamos!”. En ambiente VIP candidatos, militantes y familiares de los abanderados se distribuyeron en los cómodos asientos del bar para fijar su mirada en pantallas que fueron dando el conteo preliminar de las elecciones. “¡Mira, vamos ganando el distrito 8, que era del PAN!”; “ya era hora, fue el hartazgo”.
Juntos estaban Bustamante, Fernando Castro Trenti y David Saúl Guakil. El periodista Odilón García talló las ropas del candidato priísta: “¡Páseme su suerte!”; “no es suerte, es trabajo”, precisó Lourdes Inzunza, pareja del candidato. Bustamante lucía más sonriente que lo habitual, evitaba desbordarse.
“¡Estoy feliz, cabrón!”, expresaba Luis Eduardo Ledezma, dirigente estatal del Partido Verde. “¡Todo… todo…!”, por su parte decía Mendívil al teléfono. Ledezma seguía sin dar crédito frente a quien se topaba: “Fíjate, el Max (García)… ¡el Max!... va perdiendo, cabrón”. “Felicidades, fuiste un factor muy importante del triunfo, y tú lo sabes… Y lo saben ‘allá’”; congratulaba la periodista Rocío Galván a Carolina Bustamante, hija del candidato electo. Cada vez llegaba más gente. Kurt Honold, Alberto Capella, César Cázares, Juanita Jiménez, Carlos Barboza, Miguel Ángel Badiola. Muchos que en toda la campaña no se les vio, pero que del triunfo quisieron su parte. Hasta el doctor Jorge Astiazarán hizo acto de presencia.
Buen rato se aguantaron las ganas los del PRI; y hasta pasadas las 8 de la noche oficializaron el triunfo: “Baja California se pintó de rojo”. Contentos ante el anuncio, era más, mucho más de lo que esperaban. No se la creían ni ellos. Estaban apropiándose todas las alcaldías del estado y la mayoría de los distritos: “No obstante tantos obstáculos y tanta chapuza que cometiera el PAN”, insistía Mendívil. “Caballo que alcanza gana”, muy propio pero en tonito de “¡¿ves?, te lo dije!” don Carlos Bustamante les soltó a los reporteros. En cambio otros, sin nada de estilo, a grito pelón, como Fausto Zárate, ganador del distrito 9, clamaban: “¿No que no, ¡cabrones!?”; y preguntaba quién era reportero de ZETA “porque ZETA dijo que yo no hice proselitismo”.
Para informar las que serán sus primeras acciones de gobierno, Bustamente refirió que recurrirá al Colegio de Abogados para el escrutinio de la administración municipal: “Y vamos a empezar con el que va saliendo…pero no hay prisa”; dijo en referencia al alcalde Jorge Ramos. De Torres, su contrincante y tocayo, muy decente pero con sutil ironía sólo dijo: “No tengo nada en contra de ese buen muchacho”.
En medio de la euforia, el festejo y la algarabía de lo que ya eran cientos de priístas reunidos en el lobby de su hotel y al ritmo de la tambora, el próximo presidente municipal expresó a este semanario que no tiene más expectativas que cumplir sus promesas de campaña, que como eje principal tendrá la transparencia. Atribuyó su triunfo más que a un voto de castigo hacia el PAN, a la mera búsqueda de un cambio por parte de los bajacalifornianos. Acepta que su victoria traerá más reencuentro entre los priístas y que la prueba fue que a los panistas no les bastó su voto duro: “Porque salió el priísmo a votar. Despertó el priísmo”.

PAN: EXCÉPTICOS ANTE LA DERROTA

No bastó el espaldarazo del Presidente Felipe Calderón. No le funcionó la asesoría de “viejos” panistas; y menos sus propuestas, su discurso, su estrategia publicitaria. Su campaña no convenció al electorado para que, efectivamente, lo eligiera “el nuevo presidente municipal de Tijuana”.
Carlos Torres a través de su página en Facebook se había despedido “temporalmente” de sus amigos y seguidores para esperar la fecha de la contienda. Ya para el 5 de julio, les dio el adiós definitivo. Fue víctima del voto de castigo para su partido.
Torres, en tono afligido, dijo a ZETA que no era un resultado que esperara el Partido Acción Nacional: “Dentro de la información que teníamos había una expectativa de un resultado distinto, y hoy el resultado es muy claro a la tendencia de los candidatos del PRI”. Señaló que la contienda 2010 deja un reto muy importante de reflexión a quienes participaron en la Alianza por Baja California: “Vamos a entrar en una etapa de diagnóstico, creo que un buen diagnóstico comienza con la autocrítica”.
El 4 de julio será una fecha que difícilmente olvidará Carlos Torres.
Durante la mañana acudió a emitir su voto acompañado de su madre y su esposa. En la casilla 974, donde el candidato vota desde 1994, ya lo aguardaban un grupo de reporteros a los que les manifestó estar sereno, nada nervioso, con la tranquilidad que le dio el trabajo realizado durante la campaña.
Mientras los reporteros esperaban los resultados en la sala de prensa acondicionada en el Hotel Camino Real; computadoras con internet, impresoras, sonido, proyectores, televisiones, material de oficina y bocadillos estuvieron a la disposición de los medios de comunicación. Rodrigo Robledo Silva, dirigente local del PAN, hizo algunas declaraciones sobre incidentes que el PRI estaba cometiendo durante los comicios: “En los distritos 8 y 13 hay una operación de brigadas del PRI con gente externa del estado, andan promoviendo y comprando el voto. También hemos recibido quejas de una grabación automática, esa grabación sale del estado de Puebla y el número telefónico del call center es 222 211-8686 y 88 en dos líneas diciendo lo siguiente: “¿Ya votaste?, yo ya voté por Carlos Bustamante. Las quejas se han recibido durante toda la mañana en mis teléfonos directos y en las instalaciones del PAN. Las llamadas se han acentuado más en el décimo distrito”, aseveró.
Las lamentaciones entre los panistas eran por la poca afluencia de votantes, “nos dicen que poca gente ha ido a votar…”, “esperemos que no reine el abstencionismo…”, “ojalá que la gente sí vaya a votar…”, se decían entre ellos.
El cierre de las votaciones se había concretado, en la sala de prensa los reporteros aguardaban el arribo del candidato panista. Se había señalado que daría una conferencia a las 6:30 de la tarde. Llegó la hora pero Torres no arribó; los que sí, el dirigente Rodrigo Robledo y ex diputado y coordinador de campaña Antonio Valladolid. Orgullosos alardearon que según las encuestas de salida de Arcop –la misma empresa que en 2004, le dio 11 puntos a Jorge Ramos cuando perdió contra Hank–, les daba una ventaja de tres puntos contra el priísta Carlos Bustamante.
Aunque las “buenas nuevas” como que no dejaron conformes a los pocos panistas ahí reunidos: “Queremos informarles que en una encuesta de salida realizada por Arcop, se marca la siguiente tendencia: PAN con 44.06 y PRI 41.45. La encuesta se aplicó en 78 secciones y se cuestionó a uno de cada tres personas”.
Pero tras las cifras de los panistas, no tardaron mucho en llegar las oficiales, las del PREP; eran las 7:30 de la noche y ante el gran asombro de muchos, se vislumbraba un triunfo contundente de la Coalición que encabeza el PRI en los cinco municipios. Panistas y reporteros se aglutinaron incrédulos frente al monitor: “Al rato repunta…”, “así empiezan…”, “han de ser los votos de Barreto…”, eran frases que se escuchaban en el búnker panista.
Las llamadas telefónicas entre los colaboradores albiazules no se hicieron esperar, las caras de angustia y el signo de preocupación comenzaban a apoderarse de ellos. Al ver que la tendencia se pintaba de rojo, algunos periodistas abandonaron la sala panista para irse al Grand Hotel, en donde los priístas comenzaban ya el festejo.
Al Camino Real comenzaron a desfilar militantes panistas: El ex alcalde Enrique Díaz Félix, el secretario de Educación Óscar Vega Marín, Jacobo Ackerman, suplente de Torres; Gabriel Rivera, entre otros que no daban crédito a los resultados electorales. A las 9:20 de la noche el equipo de Torres decidió suspender la transmisión de los resultados. Fue al verse ya derrotados.
Su rostro, aunque desencajado, trató de disimular con sonrisas a los presentes. Era Carlos Torres arribando al salón para dar una rueda de prensa. Fue recibido con aplausos. Inmediatamente expresó: “Quiero reconocer la confianza de miles de tijuanenses que me dieron el voto, así como un grupo de tijuanenses miembros del PAN, PANAL, PES y de ciudadanos que me acompañaron en el proyecto de ciudad. Con la información que tenemos de representantes de casillas, hay un avance de captura de 72.59 por ciento de las casillas totales de Tijuana, que nos dan un 46.53 por ciento de los votos, mientras que al candidato del PRI le dan el 51.26 por ciento”.
Reveló: “Hace unos momentos me comuniqué con Carlos Bustamante para felicitarlo, los números y el crecimiento de los informes que están dando, presenta una ventaja más clara que tiene el candidato del PRI…Me tocó crecer desde los 13 años y formarme en la democracia y formarse en la democracia significa reconocer la decisión de la mayoría de los tijuanenses….”
El candidato fallido admitió que se responsabiliza por completo del fracaso de la contienda electoral, pues toda la estrategia política a lo largo de su campaña fue decidida por él: “Me gustaría tener un mayor número de elementos para presentar un diagnóstico al partido y evidentemente a los tijuanenses”. No precisó lo que ahora hará: “He estado en el servicio público y en la política desde los 13 años, y, bueno, en estos días voy a tener la oportunidad de revisar, reflexionar sobre los siguientes pasos”.
Agradeció a sus colaboradores, simpatizantes y ciudadanía. Las lágrimas estuvieron a punto de desbordársele cuando fue confortado por su esposa. Siguió una lluvia de aplausos. El séquito de panistas y compañeros desconsolados abandonaron el Camino Real.
La fiesta y la taquiza preparada en Las Palmas se quedó esperando, para mejores tiempos.
Juan Carlos Domínguez
Patricia Tamayo

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