3.11.10


La Política Alegre

CHORICEROS
Así llaman los reporteros cachanillas a dos comunicólogos que cobran en la nómina oficial. El primero, Ariel Lizárraga, quien, acusan, intenta ser “más diablo que el propio diablo”, en relación al senador Fernando Castro Trenti, para quien opera, del lado del PRI. Mientras que también lo hace para el panista Jorge Ramos, alcalde de Tijuana. Embustero como él solo, refieren los que señalan a Ariel, pues mientras en su papel de vocero del Congreso incumple con su trabajo para los medios, donde sí se afana mucho es en “cabildear” para que el Congreso sea muy blando en cuanto a la hora en que habrán de aprobarle sin reparar todas las cuentas al extinto presidente municipal. El otro personaje incómodo para los reporteros es Mario Bidela, que cobra domo subdirector de comunicación social del gobierno del Estado. Comentan que es un déspota y prepotente. Pero eso es lo de menos; lo que no soportan es que en cuanto al presupuesto para publicidad nomás despache con la cuchara grande a sus cuatachos. Y a los demás “nanai”. A Bidela lo culpan de la crisis que con los medios actualmente vive el gobernador Osuna Millán. Y con sus aliados, tanto que prefiere “negociar” con Jorge Hank.

SIN VERGÜENZA
Inquietos empleados sindicalizados del Ayuntamiento refieren que los aspirantes a presidir el Sindicato de Burócratas de plano no tienen vergüenza. En la planilla “guinda” se impulsa a Manuel Oceguera Vila, impuesto por el dirigente estatal, José Luis Parra. En la planilla “verde” se impone a Martín Plascensia, candidato de Francisco Gómez, dirigente municipal. Ambos denuncian “elección de estado”. Ahora sí que nomás se trata de quién traga más pinole. Porque ambos cojean del mismo pie.

DEL PAN A LA COCINA
Érase la rueda de prensa para dar a conocer los detalles de la próxima elección de dirigente municipal del PAN en Tijuana. Entonces, ya al final del acto los reporteros se le acercaron a Rodrigo Robledo, actual dirigente, para comprometerlo a organizarles una carne asada a manera de despedida. “¡Claro que sí!, respondió el también odontólogo. Pero no sólo eso, es más, les dijo, “les voy a preparar algo más especial, un platillo que yo mismo preparo y me sale muy bien”. Entonces les prometió y dio instrucciones a su gente para armar el convite y brindarles a sus invitados una buena lasagna. Aunque contentos y con el colmillo afilado, los reporteros ariscos y malpensados también están con el pendiente de que no les vayan a dar lasagna por… otra cosa.

Juan Carlos Domínguez

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