4.3.10


EL CARNAVALESCO VALLADOLID
En la fiesta juntos Ramos, Castañeda y Monraz. Torres por su lado.

Caravana de carro alegórico, manta gigante felicitando al cumpleañero y colección de carros antiguos, anunciaron por algunas calles de Tijuana la fiesta que por su aniversario 37 organizó Antonio Valladolid, precandidato del PAN a la alcaldía de Tijuana, en un salón del centro comercial Las Palmas, de su propiedad. Con un ambiente carnavalesco, en una fiesta animada por payasos, contorsionistas, conjunto musical y chicas en shorts, al festejo allegaron simpatizantes de las colonias de Tijuana, en su mayoría; y algunos panistas, pocos, sin presencia de tanto funcionario del Gobierno estatal como suele tener Carlos Torres, otro de los precandidatos. Cerveza, tequilas, bacardí y “palomas”; botanitas de queso, salchichita, jamón y chicharrones de maíz. De los primeros invitados en llegar, últimos en irse, bien complacido en la bebida y en el taco de ojo, Ricardo González Cruz; ex funcionario estatal. Acompañaron también en su día a Valladolid: Max García y Leonardo Fernández Aceves, ambos aspirantes a diputados por el mismo distrito, el 10. Héctor Magaña Mosqueda, otro suspirante por una diputación, la que sea. “¡Queremos que despejen la pista!”, imploró el animador en turno: “¡En cinco minutos llega Antonio Valladolid!”. Y la aparición del ex diputado fue el acabose, porque no llegó solo. Camarógrafos y fotógrafos se abalanzaron ante singular y elocuente comitiva: el alcalde Jorge Ramos y tres aspirantes, Javier Castañeda, Alejandro Monraz y, por supuesto, Antonio Valladolid. Fuertes percusiones brasileñas y batucada cual reyes de carnaval recibieron a los personajes. Y con sonrisota todos ellos, felices de tanto “click” captándolos juntos. Como quijotes con un fiel escudero, atrás de Castañeda, Adolfo Sin, ex vocero del Ayuntamiento; atrás de Monraz, Saúl Oznaya, ex dirigente de Acción Juvenil. El más aplaudido, ovacionado y solicitado para fotografías y peticiones era el alcalde Ramos, que de vez en vez le hablaba al oído a Castañeda, ex secretario de Desarrollo Social. “¡No te oyes, Jorge… no te oyes!”, le gritaron algunas doñas a la máxima autoridad de la ciudad. Cual si fuera acto de campaña, los tres precandidatos al fondo y Ramos al frente, éste tomó el micrófono y pronunció las primeras palabras: “Vengo a mi casa, con mis amigos y mis amigas de las colonias”, en efecto, había mucha doña y niños bailando, los más felices. “Vengo con el festejado de la tarde, Tony es amigo de la gente, como diputado siempre supo estar cerca de la gente… ¡Se me llena el corazón!”. Y aunque no celebraban a los otros dos, también los aduló, “¿Y por qué no? También saludar a Javier Castañeda y a Alejandro Monraz”. Y salió el peine: Habló de un proceso limpio, unificado “para salir a dar la cara y ser equipo que hace bien las cosas”. El gran ausente de la noche era Carlos Torres. Antonio Valladolid entró en su parte; agradeció la asistencia del Presidente Municipal: “No era la idea hacer un discurso… Le agradezco al alcalde su visita”. De repente estaba y no estaban; Monraz siempre con las cejas levantadas, Castañeda con sonrisa ausente; los asistentes entrando duro al baile con “El mechón”, “Payaso de rodeo”, “Cumbia del río”. “Les recuerdo que la fila de comida no existe, tienen que sentarse”, les instó el animador a la gente. La rifa de una moto y una televisión de plasma nunca se llevó a cabo. Alcalde y precandidatos pronto desaparecieron. Y apenas advertido por unos cuantos, llegó el gran ausente: Carlos Torres, de pisa y corre. Valladolid, abandonó su festejo, se fue con Torres.

(Juan Carlos Domínguez)

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